LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -El graffiti, término que proviene del italiano “sgraffio”, arañazo, ha existido desde los albores de la humanidad. Se ven en las pinturas de las cuevas de Lascaux, en Francia. Nuestros antepasados grabaron las paredes con huesos y piedras y nos dejaron sus testimonios. Así mismo, en la antigua Grecia y las ruinas de Pompeya han aparecido textos que revelan los lemas electorales, dibujos y las diversas obscenidades de sus habitantes.
En La Habana, a principios de los años noventa, al desaparecer la Unión Soviética y comenzar la crisis económica que el gobierno llamó Periodo Especial, encontramos en diferentes puntos de la ciudad un símbolo de la fraternidad Abakuá. Consiste en un círculo en cuyo interior están dos varillas, superpuestas en cruz con saetas en ambos extremos, que significa: los caminos están cerrados.
En diferentes momentos, otros símbolos y textos han ganado espacio en el entorno citadino y, sistemáticamente, las instancias del gobierno han sido alertadas para borrarlos, detectar, detener, enjuiciar y encarcelar a los graffiteros. Pero, a medida que la crisis estructural del sistema se hizo endémica, nos acostumbramos -los represores y reprimidos- a la aparición, más o menos efímera, de sugestivos mensajes codificados en diferentes lugares de la ciudad.
Hace unos años, en el municipio Plaza y a lo largo de la calle 23, apareció un enigmático texto. El mismo, en color rojo, consistía en una línea vertical con una gran saeta en el extremo superior que hacia una letra V invertida y otra normal, mucho más pequeña, en el extremo inferior. Ésta última formaba parte de la palabra reverso. Para enfatizar, la S de reverso estaba al revés. Virtualmente, en una noche el graffiti apareció en fachadas, muros, señales del tráfico, bancos en los parques y cuanta superficie plana resultaba apropiada.
Sin necesidad de ser un experto en esoterismo, el signo nos decía que había que cambiar la situación de nuestra sociedad. No sólo por la palabra reverso. El peso de la V grande sobre la pequeña, en la parte inferior, indicaba la inestabilidad del sistema que conformaban.
Recientemente, conocí a un activo joven graffitero que firma “El sexto” y se designa “Graffitero Vanguardia Nacional”. Desde tiempo atrás había visto su huella por toda la ciudad, que autentifica su auto denominación; ya que, en los lugares menos esperados aparecen sus textos y el característico trazo de su firma.
Se distingue de los otros, que han incursionado en el arte del graffiti, en que también imprime volantes. Así hace añicos a la vetusta iconografía del sistema de gobierno. Entre ellos están: “Devuelvan mis 5 euros”, que satiriza la enajenante campaña sobre los 5 espías de la Red Avispa, presos en Estados Unidos. “Con la razón en alto”, en oposición al lema de los CDR “Con la guardia en alto” y “El sexto Verdad”, donde aparece su imagen y la palabra Verdad para que la tachen y demuestren la fobia que les ocasiona la verdad. A su modo, El sexto transmite el mensaje más importante: Comencemos a ejercer nuestro derecho.