LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Durante los meses transcurridos entre la elección de Barack Obama y su toma de posesión, aumentaron las expectativas sobre el mejoramiento de las relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. Tanto en la isla como en el exterior, los que apostaban por la normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos vieron la oportunidad de cambios.
Y así fue. Tanto en la retórica como en acciones practicas, el nuevo Presidente dio pasos para permitir un acercamiento entre los dos Estados. Eliminó las restricciones para viajar a la isla a los cubano-americanos, flexibilizo el envío de remesas, fortaleció el intercambio cultural, eliminó algunas restricciones al comercio y facilitó que empresas de comunicaciones aumentaran su proyección sobre la isla. En el plano de política internacional, Estados Unidos favoreció el regreso de Cuba a Organización de Estados Americanos.
Por su parte, Raúl Castro, si bien dio señales de querer “hablar de todo”, y hasta, según Wikileaks, hizo esfuerzos para abrir una línea directa entre Washington y La Habana, en la práctica mantuvo intactos los mecanismos y políticas que afectan e irritan a la comunidad democrática internacional.
La muerte del preso político Zapata Tamayo tras una huelga de hambre, la represión contra las Damas de Blanco, los límites a las libertades económicas y ciudadanas de los cubanos; además de la detención en Cuba de un ciudadano norteamericano, sin que se le hayan formulado cargos después de un año, impidieron que el gobierno de Obama, a pesar de ser favorable al mejoramiento de las relaciones, pudiera dar los pasos necesarios para materializar las expectativas creadas.
Ahora el escenario ha cambiado. El partido de Obama es minoría en la Cámara de Representantes. La cubano-americana Ileana Ros-Lehtinen, tan vilipendiada por los medios de la dictadura, asume el liderazgo de Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara.
La representante republicana, que ocupará la jefatura de la poderosa comisión a partir de este mes, dejó clara en un comunicado de prensa su posición: Estados Unidos no conseguirá cambios en Cuba con una mano débil. “Cuando los presidentes tratan de abrirse a Cuba, de reformar a Cuba haciéndoles concesiones, la respuesta de los hermanos Castro es muy directa y muy cruel. Tenemos que ayudar a la disidencia y a la oposición interna, a las Damas de Blanco y a la oposición política”.
Además, Ros-Lehtinen afirmó que la política del Presidente Obama hacia La Habana “es un fracaso”, y criticó el rol de la Iglesia Católica y sus gestiones para lograr la liberación y destierro de los prisioneros políticos. “Creo –dijo- que la Iglesia Católica ha sido un fracaso en Cuba. Aplaudir al régimen porque ha excarcelado a disidentes es un chiste muy cruel. La Iglesia Católica ha formado parte de este chantaje para hacer lucir el régimen a nivel internacional”.
Luego de dos años de acciones de acercamiento por parte del gobierno norteamericano, el ascenso de Ros-Lehtinen, al que se suma la designación del claramente anti castrista congresista floridano Connie Mack, como chairman del sub-comité para el hemisferio occidental, puede significar un giro de 180 grados en la política de Estados Unidos hacia nuestro país.
El gobierno cubano saboteó una vez más la oportunidad de mejorar las relaciones con el mundo que Obama le brindó. Esperemos que la truncada luna de miel no se convierta en luna de hiel.