LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Los vendedores de ron clandestino en Jaimanitas le añaden a sus productos nombres sonoros y frase sugestivas, con el propósito de buscar más clientes. La bebida que Valdo destila en la cocina de su casa en un serpentín a vapor se llama Tumba gente, porque dicen que después de la primera botella todos van al piso.
Chiquitico denomina a su destilería particular La patada de King Kong, porque según él, se puede echar una pared abajo con la juma que te agarra después de cuatro tragos; y Crispín, a su ron (que nadie sabe con qué lo fabrica) lo llama El pisotón de mamut, porque después de beberlo el borracho queda molido. Y tiene razón, al menos en el caso de Fidelito, su cliente más asiduo.
Fidelito se emborracha a diario con El pisotón de mamut, y sale a caminar y echar discursos con la botella sirviéndole de micrófono, imitando al comandante en jefe: “Estamos en el momento decisivo. Somos hoy más fuertes que nunca”.
El momento decisivo le llegó a Fidelito cuando iba a cruzar Quinta Avenida y calculó mal. Un auto que iba rumbo a Santa Fe lo atropelló y el golpe y la caída le fracturaron un brazo. Lo enyesaron desde la mano hasta el hombro, y el hombre exhibía el yeso como si fuera una herida de guerra. Contaba a todos la historia del accidente de una manera peculiar, como si escribiera un guión de cine.
-Seis de la tarde, Quinta Avenida, Moskovich rojo chapa HFC 989, chofer blanco con barba y espejuelos, la policía ya lo tiene circulado.
Fidelito es un personaje notorio en Jaimanitas, la gente se divierte cuando lo encuentra en alguna esquina, borracho. Le hacen coro, lo aplauden cuando dispara alguna frase que pega. Se gana la vida limpiando patios y pintando casas. Con el brazo roto enyesado no podía trabajar y, desesperado por ganarse algo para la botella, se quitó el yeso antes de tiempo. Se puso a pintar una casa y el brazo empeoró.
Otra vez hubo que ponerle el yeso y le pregunté si otro auto lo había atropellado.
-No, fue el mismo, pero en sentido contrario.
Se inventó una historia de espionaje y de un plan que había para aniquilarlo.
-Me van a poner un brazo mecánico con una mano magnética.
Entonces me guiñó un ojo.
-No me hagas caso, es que El pisotón de mamut está acabando con la gente.