LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -Hace varios días que no llueve en La Habana. Un viento del noroeste refresca al menos y hace disminuir la humedad del ambiente.
Entonces, las hojas secas de los árboles caen y cubren la superficie de patios en esta zona residencial de Mantilla, donde vivo. La vecina limpia el patio y recoge las hojas secas, las amontona y las destruye dándoles fuego.
El humo invade mi patio. La bronquitis asmática, agudizada por el humo, dificulta mi respiración. Tengo que llamar a la irresponsable casi a gritos para que apague la hoguera. A duras penas, logro que lo haga.
La inconsecuencia de muchos habaneros produce efectos inesperados en los vecinos más próximos, sin que los primeros reflexionen antes de actuar. En los meses de sequía, el viento y el fuego provocado por manos irresponsables son los culpables de incendios forestales, que se suceden casi todos los años en Cuba, entre enero y mayo.
El pasado año se registró la cifra récord de 695 incendios forestales en la Isla, para perjuicio de nuestros escasos bosques naturales. Las autoridades forestales afirman que 93% de estos desastres ecológicos se deben a causas originadas por la inconsciencia humana.
Estos siniestros causaron la quema de 8 558 hectáreas de bosques naturales, así como de 11 486 hectáreas de plantaciones y 4 812 hectáreas de herbales de ciénaga. Todos con la correspondiente afectación de la fauna, por la pérdida de su hábitat.
En La Habana, donde escasean las zonas boscosas, por la aglomeración urbana, hubo 21 incendios, con el resultado lamentable de 600 hectáreas dañadas. No por gusto la mayoría de los habitantes capitalinos se queja del polvo que invade los hogares a toda hora del día. La falta de árboles en el casco urbano provoca buena parte de este perjuicio a la salud humana.
La poda indiscriminada de árboles, y luego, la quema de sus ramas cortadas, en el mismo sitio, es un procedimiento habitual, sin mucha preocupación por quienes salgan afectados. Una chispa llevada por el viento, o una colilla de cigarro mal apagada, pueden provocar incendios de consecuencias inesperadas.