LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Los últimos cambios ministeriales efectuados por el General Castro, siguen la pauta establecida desde que asumiera el poder: desembarazarse de quienes pudieran representar un obstáculo para su proyecto de realizar “cambios estructurales” en el gobierno.
Es significativo que algunos de los funcionarios relevados de sus cargos, eran considerados personajes influyentes dentro de la dirección histórica, quienes fueron remplazados por tecnócratas y militares competentes. Este último hecho indica que la cúpula gobernante está consciente de la necesidad de realizar transformaciones en la conducción del país, destinadas a aliviar el caos en que se encuentra.
El relevo de Ramiro Valdés como ministro para la Informática y las Telecomunicaciones, y el subsiguiente nombramiento del General de brigada Medardo Díaz Toledo para cubrir este cargo, hace prever la implementación de nuevas políticas en este sector. Es incuestionable que el acceso a Internet resulta esencial para el desarrollo de una nación que pretenda insertarse en la dinámica del siglo XXI. Naturalmente, en un régimen cerrado como el castrista, el asunto resulta peliagudo.
Estos acontecimientos denotan que la lucha por el poder, que se presume ocurra en el seno de la cúpula gobernante en “tiempos difíciles”, parece estar siendo ganada por los partidarios de las reformas. Por otra parte, evidencia que dentro el gobierno existen personas capaces de dar un giro realista a la política oficial. Estas personas podrían establecer una pauta para que los cambios puedan realizarse de forma gradual, a fin de impedir una quiebra abrupta de las actuales estructuras sociales.
Los patrones que se han anunciado para VI Congreso del Partido Comunista de Cuba, se consideran insuficientes; y su efectividad se halla en entredicho; este evento constituye un esfuerzo por poner en marcha a un sistema atascado en una ideología desfasada, en un mundo cada vez más globalizado. De sus acuerdos puede derivarse la implementación de algunas medidas tendientes a permitir a los individuos ocupar algunos espacios en la esfera económica; sin descartar el posible ascenso de nuevas figuras a planos de influencia dentro del partido y el gobierno.
Teniendo en cuenta el historial de los principales partícipes en la reunión partidista; no es realista esperar que sus acuerdos impliquen cambios socio-políticos. Las mayores expectativas de cambio están centradas en el ámbito económico, aunque éstas llegarán lastradas por los controles excesivos que le serán impuestas a las actividades de los trabajadores por cuenta propia.
Cuba se halla ante una encrucijada, de la cual depende su futuro como nación. A las nuevas figuras del aparato gubernamental corresponde elegir el camino correcto.