GUANTÁNAMO, Cuba, octubre, www.cubanet.org -El panorama poético cubano del siglo XX impresiona por su calidad y extensión. Desde Regino E. Boti, primer gran poeta cubano de ese lapso, hasta Raúl Rivero, Reyna María Rodríguez y la más joven generación que ahora mismo trabaja por decantar su obra, son muchos los poetas significativos para nuestra lírica y también la del continente. Uno de esos poetas extraordinarios fue, sin dudas, Eugenio Florit, quien nació el 15 de octubre de 1903 en Madrid.
Siempre recuerdo con agrado aquél día de los turbulentos años sesenta del pasado siglo en mi querida ciudad de Cienfuegos. Mi madre me había enviado a llevar una ropa recién planchada al domicilio de un médico famoso de la ciudad. Era una tarde bellísima. Después de haber entrado a la vivienda volvió a sonar el timbre de la puerta y la doméstica -quien ya tenía entre sus manos los percheros con la ropa-regresó a atender. Justo en el momento de abrir la puerta, una masa de luz penetró en el recibidor donde me encontraba y se proyectó sobre un librero de caoba. Me acerqué y mis ojos se posaron en un libro de Florit. Era “32 poemas breves” y no pude resistir la tentación de pedírselo poco después al propio doctor.
Para suerte mía, el médico accedió no sin antes hacerme firmar un acta acreditando el préstamo y mi obligación moral de devolver el libro, lo cual cumplí. Prendado de aquella forma de hacer versos inicié una búsqueda minuciosa en la biblioteca municipal, la del preuniversitario y la de dos secundarias básicas de la ciudad, pero los textos de Eugenio Florit estaban ausentes de todas ellas. Esa añoranza por su poesía me persiguió durante años hasta que un amigo, con las mismas condiciones del médico, me prestó en la década de los años ochenta “Antología penúltima”, selección de la obra poética de Florit publicada en 1970.
A pesar de que su nacimiento ocurrió en España y de que vivió en Barcelona y Port Beu hasta que a los quince años de edad se trasladó a La Habana, la obra de Eugenio Florit es patrimonio de nuestra cultura. En la capital cubana hizo estudios en el Colegio La Salle, entre 1918 y 1922 y luego se graduó en su Universidad en Leyes y Derecho Público. En 1927 ingresó en la Secretaría de Estado del gobierno del general Gerardo Machado, dependencia en la que también trabajó por esos años Nicolás Guillén. Florit también fue conferencista, actor de la radio y de grupos teatrales de aficionados. Precisamente, en ese lapso de su trabajo en la Secretaría de Estado fue cuando se vinculó al grupo de la Revista de Avance, una publicación de extraordinario valor para la cultura del país.
En 1936,cuando Florit contaba 33 años de edad y ya había publicado sus libros “32 poemas breves” , “Trópico” y “Monólogo de Charles Chaplin en una esquina”, conoció a Juan Ramón Jiménez, el gran poeta español que al visitarnos provocó hondas resonancias en el mundo de la cultura de entonces y también en la obra de Florit.
En 1940, Florit fue destinado al Consulado General de Cuba en Nueva York y ese mismo año recibió un homenaje en el Instituto Hispánico de Nueva York. Para entonces, además de los libros antes mencionados, había publicado los poemas de “Doble acento”, “Reino” y “Cuatro poemas” y Juan Ramón Jiménez había elogiado públicamente sus versos. Era ya, junto con Eliseo Diego , José Lezama Lima , Nicolás Guillén, Agustín Acosta, Regino E. Boti , Emilio Ballagas y Mariano Brull, uno de los poetas más importantes de Cuba.
En los Estados Unidos alternó su labor diplomática con la de profesor del Barnard College de la Universidad de Columbia en su departamento de español, en la Escuela Graduada de la Universidad y en la Escuela de Verano de Hiddelbury College. Fue colaborador de diversas publicaciones culturales, entre las que se cuentan “Social”, ”Revista de Avance”, “Lyceum”, “Revista Cubana”, ”Orígenes”, “La Gaceta Literaria” (Madrid),”Repertorio Americano” ,(San José de Costa Rica) y Revista Hispánica Moderna,(Nueva York), cuya dirección compartió con Federico de Onís y Ángel del Río hasta que en 1962 la asumió únicamente él.
Además de poeta, ensayista, periodista, actor, profesor y diplomático, Eugenio Florit tradujo la “Antología de la poesía norteamericana contemporánea” (Washington, Unión Panamericana, 1955). Antologó los poemas de José Martí y fue el autor del ensayo preliminar y de las notas adjuntas a dicho texto. Junto con José Olivio Jiménez, publicó en Nueva York, en el año 1968, “La poesía hispanoamericana desde el modernismo”.
La crítica lo menciona junto con Eliseo Diego como introductor de la poesía conversacional en Cuba, debido a la publicación en 1949 de su poema “Conversación a mi padre”. Eugenio Florit vivió exiliado a partir de 1959 y falleció en la ciudad de Miami en 1999.Según el Diccionario de la Literatura Cubana, mantuvo una posición crítica frente al régimen de Fidel Castro. Esta es la causa por la que este gran poeta cubano continúa siendo otro desconocido para la mayoría del pueblo y la que me impedía encontrar sus libros en las bibliotecas públicas de la Perla del Sur cuando era joven y tenía sueños, muchos sueños, porque aún no se había quebrado la cáscara de mi ingenuidad y, consecuentemente, no habían asomado sus rostros luciferinos las más crudas y traumáticas verdades que me esperaban pacientemente en el entonces porvenir.