LA HABANA, Cuba, diciembre (173.203.82.38) – El río Jaimanitas da nombre a la pequeña ciudad costera al oeste de La Habana. Cuenta una leyenda que por allí entraba todos los años San Cristóbal, en el mes de noviembre, y realizaba un largo periplo que terminaba en la bahía de La Habana.
Desde el puente de Quinta Avenida se disfruta de una hermosa vista del río, con sus viejos muelles de madera y la hilera de botes atracados. Al fondo aparece la casa de Santy, construida en 1930 sobre pilotes, y donde existe actualmente un restaurante paladar, muy visitado por las tripulaciones de los yates extranjeros que anclan en la marina Hemingway. Allí se sirven mariscos y pescados frescos; el plato más solicitado es la rueda de aguja, que se vende a 5 pesos convertibles. Aún se recuerda en el pueblo la noche en que el sitio se incendió y los turistas tuvieron que lanzarse al río y nadar hasta la otra orilla.
El récord mundial de pesca submarina aún está en poder del equipo de Jaimanitas, de 1954, el mismo año que le entregaron a Hemingway el Premio Nobel. Más de una vez el escritor navegó por el río en su yate El Pilar, imitando a San Cristóbal. Siempre acababa la travesía en el bar El Cañón, cerca de la desembocadura, mientras escuchaba a los viejos pescadores contar sus historias y leyendas.
Esta época también aportó su récord de pesca, cuando en 2006 un enorme tiburón se paseó durante varios días por la ensenada, causando el pánico entre los pobladores. Su aleta dorsal surcaba el agua en círculos interminables, hasta que el escualo se escondía en los manglares de la orilla.
Nadie se atrevía a tirar un cordel desde el puente, ni siquiera una atarraya, hasta que una mañana Cheo, sin un peso en el bolsillo, y acosado por el hambre, se montó en una balsa de corcho y entró en la ensenada, obligó al escualo a abandonar los mangles y morder el anzuelo con un chicharro de carnada. Lo mató arponeándolo en la cabeza, lo paseó por el pueblo en una carretilla y después se lo vendió a Santy, al mismo precio que vendía las agujas.