LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -El pasado 12 de diciembre, se rumoró en la localidad de Los Pinos, en el municipio habanero de Arroyo Naranjo, que la doctora Amada, directora del policlínico local, fue expulsada por ocultar casos de dengue hemorrágico en su zona de atención, una de las más insalubres de la periferia capitalina.
Dicen que la negativa de notificar los casos infectados con dengue perseguía un propósito: que el área de salud bajo la jurisdicción de la doctora Amada no apareciera entre las más críticas de la capital.
En el país de las emulaciones victoriosas y las múltiples metas que se cumplen, este silencio es apenas el reflejo de otros al más alto nivel.
De ser cierta la acusación contra la doctora Amada, el daño sobre esta profesional sería irreversible. Sin embargo, ¿acaso el gobierno cubano ha publicado, después del primer brote de dengue, en 1981, las cifras de infestados y fallecidos por esta enfermedad?
En medio de la desinformación institucionalizada, el gobierno cubano muestra reiteradamente, y con cifras que nadie puede corroborar, los daños generados por el embargo norteamericano en materia de salud.
Se jacta de invertir mucho dinero en la prevención y erradicación del dengue hemorrágico, dígase en propaganda, recursos y movilización de trabajadores y estudiantes de la salud para labores de pesquisa.
Pero, ¿por qué no se cuantifican de la misma manera las decenas de casos que ingresan diariamente en los hospitales de 10 de Octubre y La Covadonga, o en los pediátricos Cerro y Ángel Arturo Aballí, centros habaneros que debido a la situación de emergencia, solamente admiten casos de dengue?. ¿Cuántas defunciones por dengue hemorrágico son registradas con otro diagnóstico?
En Cuba, la proliferación del mosquito Aedes Aegipty, agente transmisor del dengue, se enfoca como un problema de la ciudadanía, puertas adentro, y no de las instituciones que deben velar por la higiene en las ciudades. Así, mientras se combate el hábitat del mosquito dentro de los hogares, la insalubridad gana terreno
en las calles, centros de trabajo y de estudio, espacios recreativos, e incluso en los centros de salud.
El pasado 10 de noviembre, en la segunda edición del Noticiero Nacional de Televisión, la periodista Milenis Torres comentaba: “Institucionalmente, el resto del saneamiento es difícil de asumir. La Habana, por ejemplo, cada vez muestra una infraestructura higiénico-sanitaria más dañada. Se suma la insuficiente disponibilidad de recursos en Comunales, Viales o Aguas Negras (empresas estatales)…”
Pero es que no solo está dañada la infraestructura higiénico-sanitaria del país. También la moral de sus dirigentes. ¿Por qué darle categoría de criadero in vitro al sector residencial, o culpar a una simple directora por ocultar los casos de dengue, mientras la gran ciudad resiste los embates de la ineficacia socialista y sus gobernantes mienten al margen de todo?