LA HABANA, Cuba, febrero (173.203.82.38) – Por más que en Cuba el precio del pan, el café, el arroz y las mollejas de pollo crucen de lo prohibitivo a lo impagable, un revuelo popular quedaría descartado, al menos por ahora. Desde Maisí al cabo San Antonio sobran los buches amargos y los condenados a las arbitrariedades del gobierno, hay motivaciones suficientes para desencadenar una ola de manifestaciones como las ocurridas en Túnez.
Se sabe que el epicentro del problema del derrocado régimen de Zine El Abidene, fue un joven desempleado tunecino que se incineró el 17 de noviembre del pasado año, en la región de Sidi Buzid, a raíz del decomiso de su negocio de frutas y verduras; además de una serie de incidentes originados por la subida de los precios de los alimentos, algo que a los cubanos nos resulta muy familiar.
¿Realmente sabemos las principales causas del suicidio en Cuba? ¿Acaso atravesar las fuertes corrientes del golfo montados en un neumático, en busca de libertad, no es otro sacrificio, casi un suicidio, para los cubanos? Algunos ministros desearían una explosión social; borrón y cuenta nueva a lo que ya no tiene arreglo. Entre los incitadores ocultos no se descarta a oficiales de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, la policía y los órganos de Inteligencia.
Del poder hacia abajo la lista de insurgentes de cuello y corbata pica y se extiende: dirigentes de base, administradores de empresas, gerentes de tiendas recaudadoras de divisas, economistas, financistas, embajadores, y uno que otro pandillero oculto en las sombras ¿Y entre la población y su millón y medio de trabajadores disponibles? Ahí me detengo. A falta de chispa sobran los detonantes.
Llama la atención cómo la prensa del régimen describe los hechos, las causas y los culpables de la asonada en Túnez: falta de libertades, feudo familiar, contradicciones entre el régimen –que llaman “neoliberal” para hacerlo más confuso- y las desposeídas masas, enriquecimiento ilícito de la clase gobernante, entre otras frases contraindicadas.
Para el mundo musulmán la revuelta en Túnez es algo atípico, aunque se dice que el depuesto régimen de Zine El Abidene comenzaba a implementar, como hoy en Cuba, algunas medidas a favor del pueblo.
De todas formas el barco se va a hundir, venga de donde venga la ola. Por más bandazos que dé, la flauta de pan–la que se vende por la libre en Cuba- no bajará de diez pesos en moneda nacional, el equivalente a un día de trabajo.
No esperemos que los incitadores de casa se suiciden públicamente en el monte de las banderas y las descargas antiimperialistas; ni siquiera que algunos renuncien a sus cargos. Aunque muchos deseen ver al pueblo en las calles, su único credo es embarrarse de miel con ron y fumarse un puro Robaina.
¿Quién picará la primera rebanada de un pan tunecino en La Habana?