LA HABANA, “Félix Francisco de la Concepción Varela y Morales, llamado Padre Varela (1787-1853), practicó las virtudes heroicas durante toda su vida y por tanto puede ser considerado venerable de la iglesia católica”.
Es el primer paso en el muy merecido proceso de beatificación iniciado por el Papa Benedicto XVI para el habanero erudito, que dedicó su vida a servir a los necesitados, expandir la fe católica en Estados Unidos y labrar el camino de la libertad de Cuba, hasta morir en la más absoluta pobreza en San Agustín, Florida. En 1911 sus restos fueron trasladados a Cuba durante una conmemoración nacional muy sentida, y el 22 de agosto de 1912 se colocaron en una urna de mármol en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.
La Peregrinación de la Caridad por el Santo Padre, del 26 al 28 de marzo, comenzada con la misa en Santiago de Cuba y su oración especial en el Santuario Nacional de la Basílica del Cobre, continúa en La Habana con la enseñanza de pensar como cubanos a la que se consagró el Padre Varela.
María de la Caridad ha acompañado a los cubanos a través de la historia. Tanto es así que se denomina la Virgen Mambisa. Por ello un grupo de veteranos de las guerras de independencia, encabezados por el General Jesús Rabí, reunidos a sus pies en El Cobre, el 24 de septiembre de 1915, solicitó a Benedicto XV que la nombrara Patrona de Cuba, a lo que accedió el 10 de mayo de 1916.
El Papa Juan Pablo II durante la misa oficiada en Santiago de Cuba, el 24 de enero de 1998, expresó: “En esta celebración vamos a coronar la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre. Desde su santuario, no lejos de aquí, la Reina y Madre de todos los cubanos –sin distinción de razas, opiniones políticas o ideológicas-, guía y sostiene, como en el pasado, los pasos de sus hijos hacia la Patria celeste y los alienta a vivir de tal modo que en la sociedad reinen siempre los auténticos valores morales, que constituyen el rico patrimonio espiritual heredado de los mayores”.
En cuanto al Padre Varela, luego de un minucioso proceso de análisis de los méritos de la vida, muerte y forma de santidad, según la documentación presentada en octubre de 2002 por la iglesia católica cubana, y ampliada en 2008 por un equipo encabezado por Monseñor Ramón Suárez Polcari, encargado de la causa de beatificación, e integrado por los licenciados Alexis Pestanos y Roberto Veiga, en el Vaticano los Consultores dieron su voto afirmativo el 13 de diciembre de 2011. Así “desearon que este ejemplar sacerdote diocesano pueda llegar pronto, si así gustara el Santo Padre, a la deseada beatificación”.
Nació el 20 de noviembre de 1787 en la calle Obispo No. 91 entre Aguacate y Villegas, La Habana, y falleció el 18 de febrero de 1853, meses después de nacer José Martí, también habanero del mismo barrio. Como los militares españoles asentados en Cuba cumplían también servicio en aquella colonia de Florida, el abuelo y el padre de Varela se trasladaron allí con su familia, llevando al pequeño Félix. Retornaron a La Habana en 1801, donde cursó sus estudios, y en 1811 se ordenó sacerdote y fundó la Sociedad Filarmónica de La Habana. En 1812 obtuvo por concurso de oposición la cátedra de filosofía en el Seminario de San Carlos, con una dispensa por edad del Obispo Espada, quien apreció sus dotes. Fue un renovador de la enseñanza al abandonar el escolasticismo e introducir el estudio de las ciencias. En 1817 se convirtió en socio de número en la Real Sociedad Económica, y en 1822 fue elegido diputado a las Cortes de España, pero su voto en 1823 por la regencia ocasionó que, al retornar el Rey Fernando VII, fuera condenado a muerte. Pudo huir y el 17 de diciembre de 1823 llegó a Estados Unidos.
Comenzó su vida pastoral en Filadelfia, aunque su mayor labor fue en Nueva York, como Vicario General desde 1837, fungiendo como obispo, y en 1841 el claustro de teología del Seminario de Santa María de Baltimore le confirió el grado de director de la facultad. También en la gran ciudad, al igual que luego haría José Martí, desarrolló su intensa actividad de forja de la nacionalidad y estímulo a la libertad de Cuba. Insigne fue el periódico El Habanero y posteriormente El Mensajero. Sus cartas y escritos filosóficos llegaban a nuestro país y tuvieron influencia en el proceso independentista. Sobresale su obra “Cartas a Elpidio”. Sus objetivos eran brindar un método para el conocimiento humano, así como ofrecer las respuestas adecuadas a la problemática social cubana e intentar crear una autoconciencia nacional. José de la Luz y Caballero definió a Varela como nuestro verdadero civilizador y quien nos enseñó primero en pensar; José Antonio Saco calificó sus cambios en la enseñanza como una verdadera revolución en el pensamiento cubano, y José Martí lo llamó “patriota entero”.
Cuando estamos atravesando una crisis económica, política y social, la fe y el ejercicio religioso van unidos a la libertad de conciencia y la elevación de la autoestima de un pueblo privado de autodeterminación durante muchos decenios. La obra y el pensamiento del Padre Félix Varela tienen gran vigencia y deben ser estudiados por los cubanos.