LA HABANA, Cuba, diciembre (173.203.82.38) – No sabía cómo decírmelo. Se puso blanco como el papel. Las manos le temblaban. Me entregó los periódicos y preguntó qué me parecía el frío que estaba haciendo en diciembre. Luego se quedó inmóvil, mirándome como esperando adivinara sus pensamientos.
-¿Le debo algún dinero? –pregunté.
-No, los periódicos están pagados hasta el domingo.
-¿Necesita algo?
Rogelio es un anciano que trae diariamente a la casa los periódicos oficiales Granma, Juventud Rebelde, Trabajadores y Tribuna de La Habana.
-No. bueno, en realidad sí. Es que, ¿sabe? Me da pena…
-Hable, hombre. Para eso somos amigos.
-Bueno, a ver si usted puede ayudarme. Necesito un orinal. Con este frío no puedo levantarme de la cama de madrugada. Las piernas no me ayudan para llegar al baño. Usted debe saber cuántos chavitos cuestan.
Esa tarde me di a la tarea de llamar a varias tiendas y preguntar por el orinal. Pensé regalárselo en Navidad. Una empleada con quien hablé no entendía, pensó que se trataba de un inodoro.
-Mire, me refiero a un recipiente, plástico o de aluminio, que se coloca junto a la cama y sirve para…
-Ah, sí, ya sé, pero no, no tenemos eso.
Al día siguiente le recomendé a Rogelio que se consiguiera una lata o una palangana para que resolviera el problema de sus micciones nocturnas, porque en el comercio socialista, como tantas otras cosas, los orinales brillan por su ausencia.