RANCHUELO, Cuba, junio (173.203.82.38) – Se llama David y maneja un autobús de la empresa Astro, en el itinerario Habana- Caibarién-Habana, una ruta de 800 kilómetros. Pasa de los cincuenta años, le gusta el reggaetón y la música más cursi del mundo. Pero, lo mejor es que cuando pone la música de su gusto, los pasajeros le piden ¡súbela!, ¡súbela! David es un cubanazo, sencillo, afable. Cree en el mejoramiento humano y en la paz. Pero lo principal es que deleita a sus pasajeros durante las seis horas de viaje, en una y otra dirección de su ruta, con cavilaciones filosóficas propias de Sócrates, Kant o Feuerbach.
Durante uno de sus viajes, David disertó ampliamente sobre dos temas: Cómo se dividen los cubanos y el uso del GPS. Según él, el Ministerio de Transporte divide a los cubanos en portadores o no portadores de dólares. Antes, los cubanos se dividían en negros, mulatos y blancos, y el orden de los factores no afectaba el producto, “mientras estuvieran separados”. ¡Pero ahora! Nos dividimos entre los que tienen y los que no tienen dólares. Los que tienen dólares pueden viajar en autobuses Vía Azul. Pueden llevar desde un bolso de mano hasta una bicicleta e ir vestidos como les dé la gana. Mientras, los que no tienen dólares tienen que viajar en Astro y no se les permiten esas libertades.
El Global Position System, es para controlar, según David. Está ubicado en los autobuses de la empresa Astro, y no es para ayudar a los choferes en sus largos recorridos, algunos de hasta 1200 kilómetros y veintidós horas de viaje, o avisar de roturas al puesto de mando. El GPS, está instalado para saber si los choferes se exceden de la velocidad permitida en determinados tramos.
Independientemente del GPS, cuando se viaja en Vía Azul, la música es discreta y la tripulación amable, trata de servir lo mejor posible. En Astro predominan el reguetón, el merengue o salsa a todo volumen, a cualquier hora del día o de la noche.
Sobre los argumentos de David sobre el uso represivo del GPS, tengo dudas. Las largas paradas que hizo en los lugares más inhóspitos, donde se bajó a visitar a una amiga, tomar café, comprar cebolla, queso casero o carne de res, hablan del poco rigor con que la empresa usa el sistema satelital.