LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – Entre las obras escultóricas que adornan la capital cubana, hay tres ejemplares magníficos por su trabajo artístico y el espacio que ocupan, y son, además, muy familiares a los residentes capitalinos que transitan diariamente junto a ellas.
Sin embargo, casi nadie sabe quién es el escultor que las hizo. El desconocimiento puede ser causado por la falta de curiosidad por conocer al autor del hecho artístico, pero lo que sí no se perdona es que no se haya divulgado suficientemente el mérito del escultor.
José Vilalta Saavedra (La Habana, 1862- Roma 1912), mulato, aprendió a trabajar el mármol en el taller del cienfueguero Miguel Valle. El maestro, admirado por el talento del discípulo costeó sus estudios en Florencia y Roma.
En Cuba se dio a conocer cuando ganó el concurso del monumento a los estudiantes de medicina en el Cementerio de Colón, obra concluida en 1890. Después se le confió realizar el busto de Francisco de Albear, que se levanta en el parque del mismo nombre, en la Habana Vieja, como homenaje al insigne ingeniero.
Con el derrumbe del colonialismo español, y tras el derribo de la estatua de la reina en el Parque Central, Vilalta es quien diseña y esculpe en mármol la estatua de José Martí erigida en el centro del parque.
Otra de las obras del escultor José Vilalta Saavedra más observadas por los habaneros, porque se encuentra en un lugar concurrido, son las esculturas en la cúspide de la portada monumental del Cementerio de Colón, una de las más grandes y artísticamente concebidas del mundo.
Todo esto no le ganó a Vilalta Saavedra la simpatía y elogio merecidos de sus compatriotas; por el contrario, la realización de la estatua de Martí del Parque Central costó al artista mucho dinero de su propio bolsillo porque esa obra se levantó por recaudación pública, que fue escasa y el resto del financiamiento lo aportó él.
Increíblemente, el gobierno republicano del Presidente Tomás Estada Palma le negó toda ayuda e incluso un cargo público, aunque el artista había representado a la República en armas en Italia como agente en Florencia. Con el tiempo, el escultor Vilalta enfermó y regresó a Italia donde murió pobre, y olvidado por sus compatriotas.
¿Sería que su color mestizo fue el motivo del menosprecio que se le dispensó? ¿Por qué razones no fue verdaderamente reconocido? Son conjeturas, pero es muy probable que su raza haya tenido que ver con el poco reconocimiento dado a tan importante artista.