LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Viajé hace poco en un taxi almendrón en compañía de un coronel de las Fuerzas Armadas que, durante el trayecto desde La Habana Vieja hasta el municipio Playa, habló sin parar sobre la batalla que no puede ganar contra la burocracia.
Era negro y tenía menos de cincuenta años. Dijo que sus grados y medallas no las había obtenido tras un buró, sino que fueron ganados en Somalia, Zaire, Etiopía y Angola. Vestía su uniforme de campaña, con tres estrellas en cada hombro y con dos hileras de condecoraciones en el pecho. Contó que estaba pasando las de Caín con las gestiones para poner a nombre de sus hijos la propiedad de la vivienda de su padre, recién fallecido.
Llevaba cinco meses en el proceso de traspaso de la propiedad, pero los empleados de las oficinas parecían dispuestos a rendirlo por cansancio, porque ponían muchas trabas para cada trámite.
Una abogada que viajaba en el almendrón comentó que con la nueva ley de la vivienda se había aliviado bastante el papeleo, pero el coronel dijo que no, que según lo que había visto, ahora exigían más trámites que antes.
Uno de los peores problemas que estaba enfrentando el coronel era con un papel de la administración del cementerio. Los empleados habían buscado durante una semana en todos los archivos el documento que avalaba el paso de su padre por allí, pero en ninguno aparecía, ni enterrado ni exhumado.
“Fue el colmo cuando la empleada cuestionó la veracidad de mi búsqueda –contaba el coronel-. Y me preguntó con tono de duda: ¿Usted está seguro que ese señor está muerto? Le contesté: Ese señor es mi padre y yo mismo lo enterré”
La falta del certificado del cementerio tiene estancado el proceso. Sin el traspaso de la propiedad del padre para los hijos, no se puede hacer el resto de los trámites. Hay un documento de vivienda que parece se va a resolver, porque la empleada del bufete vive cerca del coronel y le llevaron a su casa los papeles con un “regalito”, entonces dijo que se encargaría del caso.
Pero el mayor problema radica en el certificado de habitabilidad del arquitecto, porque solo tiene vigencia por ser seis meses, y ya está cerca la fecha de su vencimiento. Si no se resuelve lo del cementerio, entonces habrá que comenzar el proceso otra vez, desde cero.
Le dije al coronel que su caso era uno entre miles. Le pregunté si todo eso tenía algo que ver con la revolución. Me dijo que claro que no. Lo conminé, como coronel de las Fuerzas Armadas, a combatir todos esos males. Pero me dijo que estaba cansado de combatir. Lo único que deseaba era resolver su problema.