El consuelo de los viciosos

LA HABANA, Cuba, enero, 173.203.82.38 -El problema de la embriaguez alcohólica se ha convertido en Cuba en un asunto para estudiar. El consumo de alcohol per cápita aventaja abiertamente al de muchos productos de primera necesidad, y según admiten varios dependientes de tiendas habaneras, es superado únicamente por el de picadillo de pavo, por el detergente y por el que encabeza la lista de demanda: el cigarro, otro producto nocivo que también es tarea de estudio para los sociólogos.
Jaimanitas, un pueblo de borrachos proverbiales, ha visto crecer notablemente en los últimos días el número de integrantes de este polémico gremio, dentro del cual, como en el de los locos, sus componentes reniegan de tal estatus. Algunos comenzaron a festejar el 23 de diciembre, vísperas de la Nochebuena, y el día 3 de enero aún no habían parado.
En un recorrido por otros barrios del municipio Playa, entre lo que destacan Romerillo, La aldea, El palo, La corbata y El tanque, percibimos una situación similar, con la gente jugando dominó en la calle y las antihigiénicas botellas pasando de boca en boca.
Estos borrachos pueden ser divididos en dos bandos: permanentes y ocasionales. Los ocasionales festejan cualquier fecha con una botella de ron o con cerveza. Lo mismo un onomástico, el nacimiento de un hijo, la llegada o la partida del país de algún familiar, un número acertado en la bolita, un dinero recibido de un pariente fuera del país, un ciclón, hasta la victoria del equipo Industriales en la Serie Nacional. Por lo general, compran el ron de las tiendas en divisas, ron bueno, y refrescos, para ligar, sin dudas un símbolo de estatus en ese mundo.
Los permanentes están borrachos todo el día, para salirse de ellos mismos, como dice El güiro, un borracho a quien le gusta que lo llamen Presidente. Todos los días se levanta bien temprano, saca el carretón y carga lo que sea para conseguir el dinero de la botella. Son muchos los que mantienen ese estilo de vida. Consumen el ron de pipa, una destilación hecha con el residuo de la melaza con que se fabricaron otros rones, de pésima calidad. Cuando se acaba el ron de pipa, existe todo un surtido de casas particulares donde lo expenden. Algunos lo llaman ron de bajo costo, que resulta funesto, especialmente para gente mal alimentada y profundamente estresada.
Un caso típico de cómo desafían a la muerte estos alcohólicos se vio hace unos días, en el policlínico de Jaimanitas, cuando trajeron a dos borrachos en estado de coma diabético, y las enfermeras inmediatamente le canalizaron las venas para alimentarlos con dextrosa y salvarlos. Cuando recobraron el conocimiento, uno le dijo al otro que en cuanto se acabaran los sueros, lo invitaba a su casa, a “echarse” una media botella que no se le había terminado.
Con los fumadores sucede algo parecido. Ninguno lee en la cajetilla el letrero “Fumar daña la salud”, solo la compran y la despalillan rápido para irse a buscar la próxima. Muchos de los que pueden comprar cigarros en las tiendas de divisas, acostumbran a exhibirlos en la mano, junto al celular y la fosforera, pues también los consideran un símbolo inequívoco de estatus.
Casi todos los jóvenes fuman. Les pregunté en los últimos días a muchos borrachos y fumadores por qué no pueden dejar el vicio. Y todos me dijeron que no encuentran otra cosa mejor que hacer con sus vidas.