LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Un séquito de sastres y maquillistas se emplea a fondo para convertir al lobo en la caperucita roja. La visita del Papa Benedicto XVI es el motivo de esos ajetreos dentro de lacúpula que gobierna en Cuba.
Nos acercamos a un punto de inflexión, un breve paréntesis en la ruta que marca el destino de una clase política reticente a cambiar su perfil autoritario.
Con la confirmación de la asistencia del máximo jerarca de la Iglesia Católica a la Isla, antes del 1 de abril del 2012, es lógico que ocurran este tipo de falsificaciones destinadas a obtener la bendición papal.
Mediante calibrados gestos humanitarios, paquetes de promesas sin plazos fijos para su implementación y diligentes actitudes que excedan lo protocolar, la nomenclatura buscará dar una imagen condescendiente, receptiva y dispuesta a cualquier esfuerzo, incluso por encima de sus inamovibles intereses.
De todo eso y más seremos testigos en la primavera del año entrante, cuando la delegación del Vaticano desembarque en La Habana.
El periplo de Juan Pablo II por varias ciudades cubanas, en 1998, ofreció las referencias para reducir el margen de error en los pronósticos que se hagan en torno a esta nueva visita.
Es de esperar que a decenas de prisioneros políticos y comunes se les otorgue la libertad condicional o, en el caso de los primeros, se considere su partida al destierro.
Sería demasiado especulativo detenerse en detalles y especificaciones, pero es casi seguro que ocurran eventos de este tipo y quizás otros que se nos escapan.
Tales concesiones, por su holgura, le permitirían al régimen maniobrar, sin que por ello se afecten sus mecanismos de control político, social y económico.
Sin duda la visita de Benedicto XVI no tendrá la connotación que tuvo la de Juan Pablo II. El desaparecido Karol J. Wojtyla fue uno de los más activos líderes del catolicismo en toda la milenaria historia de la institución. Su actividad pastoral, intelectual, e incluso como estadista, alcanzó niveles difícilmente superables.
De 84 años de edad y con una salud frágil, el actual representante del clero no parece contar con el aliento y la voluntad para superar lo que hizo en Cuba su antecesor.
Por asuntos tácticos, habrá cierto ambiente de paz. El discurso del régimen puede que contenga elementos conciliatorios. Aparecerá la moderación en sus versiones tangibles para posteriormente regresar a su estado vaporoso.
No creo que haya probabilidad de discursos al aire libre ni actividades masivas, incluso bajo techo. Un conato popular, por mínimo que fuese, podría estropear los planes de los anfitriones y del visitante.
Esta vez el perfil de la visita papal será más discreto. El aumento de la beligerancia de los grupos contestatarios respecto a las protestas públicas, es una señal que se tendrá en cuenta para ajustar la programación a los momentos actuales.
No descarto que las autoridades pongan en arresto domiciliario, o bajo estricta vigilancia, a las personas que han optado por expresar su descontento en las calles.
Ante el desafío, es lógica la intención de la élite de poner en práctica nuevas adaptaciones de la fábula de Caperucita Roja. El lobo puede asumir el papel menos pensado. Por más que siempre, bajo el disfraz, seguiremos viendo sus orejas peludas.