LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -Siria se mantiene como tema constante en los noticieros del mundo. En días recientes el énfasis mayor recayó en el veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, por parte de Rusia y China, a un proyecto de resolución patrocinado por Estados Unidos, sus aliados y Marruecos, el cual fue apoyado por los otros trece miembros de ese órgano.
Tras impedir así la aprobación del acuerdo, el canciller ruso Serguéi Lavrov viajó a Damasco, donde fue acogido con honores de Jefe de Estado. Aunque la prensa izquierdista internacional se abstiene de hacer especulaciones al respecto, todo indica que el rápido desplazamiento del Ministro de Relaciones Exteriores de la potencia euroasiática no persigue meros fines propagandísticos.
Los planteamientos de Lavrov acerca de la necesidad de dar pasos concretos para encontrar una rápida salida política a la crisis que vive ese estado sobre la base del diálogo nacional y las propuestas de la Liga Árabe, apuntan hacia que el propósito real de su viaje es llamar al orden al actual jefe de la dinastía que desde hace decenios gobierna a su antojo ese milenario país, aliado cercano suyo.
Hay que tener presente que, por muy largos e íntimos que hayan sido los lazos entre la antigua Unión Soviética —hoy Rusia— con ambos El Assad (padre e hijo), el presente mandamás se muestra cada vez más incapaz para salvaguardar los intereses de su amigo euroasiático. Prueba de ello —y del caos que va adueñándose de Siria— es el ataque sufrido por la propia Embajada de Moscú en Damasco.
En el ínterin, la prensa oficialista de Cuba, Venezuela y otros países de la ALBA continúa apoyando a ultranza la satrapía del país árabe, aunque hay que decir que desde hace unas semanas dejaron de repetir con tanta frecuencia la ridícula cantaleta que atribuía todas las acciones realizadas contra el gobierno a “agentes pagados procedentes del extranjero”.
Incluso en un artículo de la colega Dalia González Delgado publicado el pasado martes por el diario Granma se reconoce una obviedad que trataron de ocultar durante meses: “Las manifestaciones populares que se iniciaron en ese país se produjeron por problemas internos”.
En el referido trabajo leo también: “Las estructuras de seguridad cometieron excesos”. Aunque se trata de un eufemismo que refleja con extraordinaria palidez la realidad de la salvaje represión, las masacres y las masivas violaciones de los derechos de todo el que se opone al régimen (las que la periodista califica como “errores” del gobierno), la frase no deja de reconocer otra parte de la verdad.
La transnacional chavista TeleSur sigue dando gran destaque a los despachos de su titulado corresponsal en Damasco Hisham Wannús, quien, a su probada incapacidad para pronunciar las consonantes explosivas castellanas, une un estilo periodístico que consiste en repetir al pie de la letra las mismas versiones que brindan los voceros oficiales del régimen.
Pese a la evidente manipulación que hacen de sus informaciones esos simpatizantes de los llamados “regímenes antiimperialistas” del Medio Oriente, conocemos la verdadera situación existente por las continuas noticias de alzamientos populares en Homs y otros puntos de la geografía siria, así como por las imágenes de soldados con armas largas protegidos tras sacos terreros en las intersecciones y plazas de las poblaciones y ciudades.
Por supuesto que al régimen no le faltan partidarios, especialmente en la capital, en cuyos numerosos ministerios abundan los burócratas que medran al amparo del sistema imperante y que se consideran en el deber de asistir y aplaudir con entusiasmo cada vez que se convoca un mítin en apoyo al joven médico cuellilargo devenido dictador por obra y gracia de la sucesión dinástica.
“¿Qué pasa en Siria?” es la pregunta que sirve de título al artículo de Granma. A ella contestamos: Pasa que otro pueblo sometido durante decenios a los innumerables atropellos de una camarilla absolutista, se ha cansado de soportar tanta ignominia y se ha decidido —como diría Martí— a comprar su libertad por el elevado precio que tiene esa prenda tan cara.