LA HABANA, Cuba, marzo (173.203.82.38) – La vida de José Pérez, de Manzanillo, provincia Granma, entró en un túnel cuando se incorporó a cortar caña en el central azucarero Orlando Nodarse durante la Zafra de los Diez Millones, en 1970.
Llegó a ser el mejor machetero y por ello obtuvo un premio. “Me otorgaron una casa, la cual nunca llegaron a darme, porque me la robaron”, afirmó. En 1971 volvió a la zafra en el poblado de Jobabo, en la provincia Las Tunas donde laboró seis meses.
Cuenta que trabajó durante dos meses consecutivos en brigadas de la Unión de Jóvenes Comunistas, la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y el Partido Comunista. Por ser un trabajador laborioso y esforzado lo premiaron con otra casa.
Según dice, para su desgracia, se enfermó y tuvo que abandonar el trabajo, y ahí mismo se quedó sin la última casa que le otorgaron. Como no tenía donde vivir, se construyó una casucha en un terreno baldío, pero no contó que con el tiempo, en las cercanías, el gobierno construiría una escuela de medicina.
Así que un buen día, las autoridades aparecieron a reclamar el terreno y derribaron la casucha con un buldócer, porque estaba en terrenos destinados a la escuela. A estas alturas de su vida, José, quien había ofrecido a la patria sus mejores fuerzas como machetero en las “zafras del pueblo”, se encontró otra vez en la calle, diabético y con los pies ulcerados.
Logró al menos que lo ingresaran en un hospital para aliviar sus males, y recibió la propuesta del gobierno de Manzanillo de que, si quería, podía ser ingresado en un hogar de ancianos de la ciudad.
Sin embargo, José no acepta esa solución a su caso; quiere que le construyan aunque sea un cuarto con un baño, para sobrevivir, a cambio de las dos casas que se ganó y nunca le dieron.
Hoy, la industria azucarera prácticamente no existe. Las zafras en las que se fabricaron millones de toneladas de azúcar forman parte de un pasado con más penas que glorias. La Zafra de los Diez Millones, que sólo alcanzó ocho, es otro de los fracasos del voluntarismo político.
Al final, lo más probable es que José, el heroico machetero comunista, termine con sus huesos en un mísero hogar de ancianos, donde quedará almacenado como un inservible trasto viejo.