GUANABO, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -La visita a Cuba del estelar pelotero “desertor” –etiqueta que les pone el gobierno, como si fueran militares- José Ariel Contreras, para reunirse con familiares, amigos y aficionados al béisbol, no cierra el capítulo de restricciones a los deportistas cubanos, sino abre interrogantes. La noria de “deserciones” no se detiene.
Dos destacados talentos en artes marciales “desertaron” en México, durante el pasado diciembre. Tenían que apurarse, salir antes del 14 de enero, fecha de puesta en vigor de las modificaciones migratorias con el antojadizo permiso de salida, que coloca a los ciudadanos en condición de objetos estatales.
“Los profesionales que son vitales, técnicos, deportistas, cuadros y dirigentes del gobierno, deberán solicitar un permiso especial para viajar al exterior”, declaró a la televisión Lamberto Fraga, segundo jefe de Migración y Extranjería, el 7 de enero.
Los luchadores prepararon la fuga en combate contra el tiempo. Javier, licenciado en Ciencias Informáticas, trabajador en una empresa estatal, facilitó los contactos por internet. Una asociación deportiva extranjera los invitó. No regresaron.
Javier Álvarez Ortiz, de 26 años, residente en Guanabo, villa turística al este de La Habana, es casado, tiene dos hijas. Comparados con el resto de los cubanos, no viven con estrechez económica.
Caballeroso, querido en la comunidad, impartía clases gratuitas de artes marciales a niños, jóvenes y adultos, al regresar de noche de su trabajo, tras recorrer unos setenta kilómetros entre ida y vuelta en ómnibus. No poseía ni una motocicleta. Compitió en Panamá, en México y en muchos torneos nacionales, donde ganó lauros.
Un discípulo suyo, Guillermo Reyes, amplía la semblanza: “Nuestro maestro Javier conquistó diplomas nacionales y extranjeros. Es Campeón Cinturón Negro, Primer Dan, en Choy Lee Fut y Luohan Gong, ambas de origen asiático. Dirigía las Federaciones Cubanas de esas especialidades, bajo control gubernamental. Nos golpea la casi nula asignación de recursos para progresar en artes marciales. Gaspar García, un deportista español de escasos recursos, ayudaba ocasionalmente, pero dejó de hacerlo. Sin apoyo financiero no se puede organizar torneos, adquirir medios, incorporar jóvenes al deporte. No tenemos ni local propio para las prácticas, falta de implementos, siempre rogando que nos presten un espacio, generalmente locales con poca iluminación, personas transitando que interfieren la concentración mental, suciedad. Javier y Jordi estaban desilusionados”.
Una ex maestra de Guanabo, María Elena Mir, dice sobre Jordi Durán: “Lo conozco desde pequeño. Siempre le gustó el orden, la disciplina, el rigor del deporte. Estuvo un poco descarriado pero el deporte lo enrumbó. Tuvo poca atención de la madre. Vivía con el padre en una casucha inhabitable, intrincada, sin transporte, en La Coca, Campo Florido. Pasaba hambre. Demasiadas carencias, afectivas y materiales. Cuando adolescente, visitaba la Biblioteca Independiente “Helen Martínez”, en mi casa, a escondidas del padre, que era policía. Leía mucho, aprendía, se cultivaba, jugaba con mi hijo, practicaban deportes. Se juntó con una muchacha con la que tiene una niña. Optó por abandonar el país para realizarse como persona y deportista”.
Guillermo Guerra, campeón en artes marciales, residente en Guanabo, añade: “Jordi y yo fuimos colegas en el deporte y el trabajo, como guardias de seguridad en una discoteca estatal. Llegaba extenuado. Me comentaba sus problemas de vivienda, de comida, el estancamiento deportivo. Improvisó su cama y un fogón en un local estrecho, depósito de trastos, donde además Javier y Jordi impartían las clases”.
Dos talentos a la búsqueda de oportunidades, decidieron encausar sus vidas, desarrollar sus cualidades deportivas, tartar de triunfar en grande, estar entre los mejores, integrar equipos famosos, desprenderse de la tutela opresiva del gobierno, omnipresente y todopoderoso, que decide quién puede o no puede salir del país y regresar además, único que negocia con equipos deportivos del exterior y decide con quién competir, dónde y cuándo; que dispone a su antojo de beneficios y ganancias y paga con limosnas y consignas políticas.
Contreras “desertó” para desarrollar sus posibilidades de superación personal y profesional, de libertad y gloria, constreñidas por el régimen que todo lo matiza de política. Javier y Jordi dieron la patada más espectacular de sus vidas a la opresión: ya son hombres libres