MADRID, España, mayo, 173.203.82.38 -El torbellino revolucionario arrasó con la historia de Cuba. De pronto, una república de 57 años era deleznable. El 20 de Mayo, día de su constitución, se eliminó como fiesta nacional y en su lugar se impuso el 1 de enero, triunfo de la revolución o el 26 de julio fecha del ataque al Cuartel Moncada en 1953, todo al mando de Fidel Castro. El primer presidente, Don Tomás Estrada Palma, fue degradado al extremo de derribar su estatua en la Avenida de los Presidentes en La Habana y otros lugares.
Los emblemáticos edificios no se adecuaban al nuevo poder, que al denostarlos, identificándolos solo con sucesos negativos, ocultaba sus verdaderos propósitos. El Capitolio, sede de la cámara de representantes y el senado, cayó en la depauperación constructiva e higiénica, en su paso por diversos usos, tanto como sede del Museo de Ciencias Naturales como de la Academia de Ciencias de Cuba. Se disminuyeron sucesos muy notables ocurridos allí, donde sesionaron los delegados, incluidas 3 mujeres, que redactaron y adoptaron la Constitución de 1940, muy avanzada para la época.
Igualmente ocurrió al Palacio Presidencial, cuya construcción fue iniciada en 1909 por el general Ernesto Asbert, entonces gobernador de La Habana, para la sede del gobierno provincial, pero que en 1918 se arregló judicialmente para que albergara al presidente Mario García Menocal a partir de la inauguración, el 31 de enero de 1920. Tan temprano como el 12 de diciembre de 1959 se convirtió en Museo de la Revolución por decreto del Ministerio de las Fuerzas Armadas, firmado por el entonces ministro Raúl Castro. Luego, el edificio en construcción para el Palacio de Justicia en la Plaza Cívica fue remodelado para albergar las presidencias del Consejo de Estado y de Ministros, así como los altos escalones del Partido Comunista de Cuba.
En cuanto al parlamento cubano, denominado Asamblea Nacional del Poder Popular, constituida tan tarde como en 1976, ha tenido oficinas en edificios sin personalidad ni arquitectura notables, y realizado sus dos sesiones anuales en el Palacio de las Convenciones, un centro de reuniones construido en 1979 para la Sexta Conferencia Cumbre del Movimiento de Países No Alineados.
No se trataba sólo de que el nuevo mandatario cubano necesitara un lugar que se identificara únicamente con él y sus instituciones, sino que se disponía a barrer con todas las instituciones ejecutivas, legislativas y judiciales de la república democrática que se había estado forjando durante los 57 años anteriores, con sus luces y sus sombras, a pesar de que en 1959 la mayoría de los cubanos apoyaban la revolución con la aspiración de eliminar la dictadura y profundizar el proceso democrático.
La pretensión de borrar de la memoria histórica a Don Tomás Estrada Palma se sitúa entre las acciones más deplorables contra las generaciones de cubanos que han recibido instrucción deformada y adoctrinamiento ideológico para desvirtuar los hechos y trocar los próceres y dignatarios. El maestro a quien José Martí distinguió como persona sacrificada y honrada, y a quien legó la presidencia del Partido Revolucionario Cubano, había sido presidente de la República en Armas entre 1876-1877, y el primero al instaurarse la República el 20 de mayo de 1902. Procuró lograr lo mejor para el país y su pueblo en las difíciles y complejas circunstancias de su época. No se corrompió ni robó, sino que impuso la austeridad para procurar mayores ingresos que gastos, por lo que en 1905 había un increíble superávit de 20 millones de dólares. Lamentablemente, su pretensión de reelegirse en 1906 provocó choques de intereses, que llevó al alzamiento del partido liberal y otras fuerzas, por lo que convocó la intervención militar norteamericana, prevista en la Enmienda Platt, y renunció a la presidencia.
Inicialmente se trasladó a Matanzas y poco después se estableció en La Punta, una finca heredada de su familia cercana de Bayamo. Allí vivió en un bohío hasta que construyó una pequeña casa de tejas, pero no logró beneficios de la ganadería y los cultivos. A fines de 1908 padeció pulmonía y, sobre todo, gran decaimiento de ánimo. Murió el 4 de noviembre y fue enterrado, como pidió, en el cementerio Santa Ifigenia, cerca de la tumba de José Martí.
Cuando el Capitolio está siendo restaurado y el presidente Raúl Castro ha mencionado la restitución “actualizada” de su utilización, a través de la Asamblea Nacional del Poder Popular, debería rectificarse en el abordaje de la historia. Todos los cubanos tenemos derecho a acceder a los hechos históricos y juzgarlos sin condicionamientos, conocer a personalidades como Don Tomás Estrada Palma, y festejar el nacimiento de la república de Cuba, el 20 de mayo, como tampoco pudimos hacer este año.