LA HABANA, Cuba, febrero (173.203.82.38) – En Cuba es común que muchas personas simulen una adhesión al régimen con tal de recibir algunas de las prebendas que el gobierno ofrece a sus partidarios. Aunque no sea una actitud plausible, hay que reconocer que se trata de una defensa del ciudadano ante un sistema totalitario que no permite resquicios a la sociedad civil y castiga la no adhesión. Sin embargo, en Cuba la doble moral no es solo cosa de la gente, es también política de Estado.
Nuestros gobernantes critican la globalización neoliberal porque supuestamente impone un pensamiento único basado en la supremacía del mercado y la democracia representativa al estilo occidental. Argumentan que los principales medios de difusión internacionales están al servicio de los poderosos, mientras que las naciones del Tercer Mundo no cuentan con las mismas facilidades para exponer sus puntos de vista. Hasta hace poco, ciertas restricciones que afrontó el sitio web Cubadebate provocaron la ira de las autoridades, ya que según su criterio “ese sitio sirve para defender la verdad de Cuba frente a la agresión imperialista”.
Pero esa defensa del pluralismo de opiniones y la libertad de expresión, solo se aplica de nuestras costas hacia afuera y desaparece totalmente cuando se trata de la política informativa del régimen hacia el interior del país. Hostigamiento a los periodistas independientes, interferencia a las emisiones radiales de onda corta y a TV Martí, persecución a los ciudadanos que posean antenas parabólicas, enormes restricciones a internet, e incluso el bloqueo de páginas web como Cubaencuentro, Cubanet y hasta CNN en español.
Todo esto tiene como objetivo impedir el libre flujo de la información y evitar que el pueblo sepa lo que realmente pasa en el mundo y en el país.
Además, han concebido una manera más sutil de manipulación de la información. A través de la prensa oficial, los cubanos no recibimos las noticias importantes como tales, como información de los hechos que acontecen, situados en el contexto en que suceden, como debería ser para que el ciudadano se forme su propio punto de vista a partir de la información recibida. A los cubanos las noticias nos llegan ya masticadas e interpretadas, en programas como La Mesa Redonda donde no se dice qué pasó, sino la interpretación oficial de lo que pasó, ajustada a los intereses de nuestros gobernantes, para que “pensemos” exactamente lo que les conviene a ellos.
Curioso modo de predicar con el mal ejemplo.