LA HABANA, Cuba, julio, www.cubanet.org -El proyecto cívico Estado de SATS inauguró este viernes un nuevo tipo de velada cultural, bajo el título de CafeSATSo –neologismo que incluye el nombre del proyecto y evoca la palabra “cafetazo”. En los mensajes electrónicos (sms) que invitaban al encuentro, se definía como “un espacio para las letras, la conversación y el café puro” (sin mezclar con chícharos).
Para esta primera cita, se convidó al poeta Rafael Alcides (Granma, 1933), quien además ha sido novelista, escritor de programas de radio y periodista. La reunión estuvo dedicada al escritor Ángel Santiesteban, preso desde hace más de cuatro meses. Sobre el caso, Alcides comentó que “hay que luchar”, porque ése ha sido un “golpe bajo”, y además, fue un “escarmiento innecesario”, ya que “el mundo literario está tranquilo, sosegado”.
Éste es el segundo recital de poesía que convoca el proyecto Estado de SATS. El anterior ocurrió el 8 de octubre del 2011 y tuvo por invitado a Juan Carlos Flores, que leyó poemas de su libro Vegas Town. En esta ocasión, Alcides leyó poemas que pertenecen a sus libros Conversaciones con Dios (concluido en 1992, que debe salir a la luz este año, por la Editorial Renacimiento, de Sevilla, España), Nadie (1993), y Agradecido como un perro (1984).
Con visible entusiasmo, Ailer Mena, maestra de ceremonias, presentó a Alcides como “uno de los mejores poetas (cubanos) que ha habido”, y confesó que la lectura de su poesía le había traído paz interior. A continuación, le preguntó por sus inicios en el mundo de las letras. Alcides contó que había aprendido a leer y a escribir a los 4 años de edad, gracias a su abuela, quien le había enseñado para que pudiera escribir cartas al gobierno, que le había quitado las tierras a su abuelo. En esas tierras había ocurrido la batalla de Peralejo, una de las más importantes de la Guerra del 95. Su abuelo era un veterano de guerra, que no había querido cobrar los 75 pesos a cambio de entregar su fusil. El ya entonces general Batista dio acuse de recibo de esas cartas.
Cuando llegó la Revolución, comenzó a abusarse de la palabra “revolucionario”, que según el poeta, “ha sido pervertida”. Afirmó que “todos somos revolucionarios”, y que el proyecto del “hombre nuevo” es “viejísimo”. Para él, Cristo y José Martí habían sido hombres nuevos.
Al preguntársele sobre cuándo se sintió defraudado por la Revolución, recordó que fue tras la invasión de la Unión Soviética a Checoslovaquia, en 1968. Dijo que siempre había repudiado a los Estados Unidos por sus intervenciones militares (la última había ocurrido en Santo Domingo, en 1965), y cuando vio que Fidel Castro apoyó la invasión soviética, se decepcionó. Sobre esta invasión, apuntó que “retardaron un proceso”, “porque la historia no hay quien la pare”.
Desde 1969 dejó de asistir a las reuniones de la UNEAC, institución de la que fue fundador. Por entonces, era locutor de Radio Progreso. En 1968, presentó a un concurso de la Unión de Escritores su novela El tesoro de los muertos, pero se la desaparecieron.
Hacia fines de 1987, reaparece en la UNEAC, alentado por los vientos de la Glasnost y la Perestroika. Pero nuevamente se volvió a decepcionar. A partir de los años 90, se ha mantenido al margen de editoriales cubanas, así como de las actividades culturales organizadas por el gobierno. “Yo no publico en Cuba”, sentenció. Su abstinencia del mundo cultural oficial ha sido una forma de protesta silenciosa. Es el exilio interior, y voluntario, que algunos han llamado “insilio”. Acerca de su elección, indicó: “En este país todos somos exiliados”: los de adentro y los de afuera, los que se fueron y los que se quedaron. “Yo no soy un autor perseguido. Sólo me he abstenido”, aclaró.
Aunque Rafael Alcides se reconoce como “optimista”, su visión de la vida (y de la poesía) está a la sombra de la nostalgia. Tal vez, esa nostalgia fue la que le hizo expresar que “el 59 fue el año más hermoso de la historia que ha vivido este país”. Y agregó: “Después, los héroes se volvieron funcionarios”.
Aunque meritorio que no guarde rencores ni odios, su visión de la historia llega a ser muy indulgente. Sobre sus amigos intelectuales, que han continuado participando en los eventos de la política oficial, explicó: “Tú quieres a la gente sin poder evitarlo. Tú amas a la gente a pesar de…”. Me agrada que el poeta se aleje de la posición de juez supremo, pero si “uno debe juzgar a las personas por su mejor momento, no por su peor momento” (tal como sugirió), entonces habría que juzgar a los dictadores por la etapa en que jugaban con sus compañeros en el patio de la escuela, o le escribían versos a su novia. “Si mañana el gobierno se cae, ellos (los intelectuales oficialistas) tienen un espacio debajo de mi cama”. “Ellos hicieron su elección”, concluyó.
Sobre la situación actual, dijo: “En este país nadie tiene futuro. En Cuba, el futuro ya pasó. El porvenir pasó. Ahora estamos regresando a los días de la Ofensiva Revolucionaria –comentó–, y si seguimos avanzando, un día llegaremos a los días de Cristóbal Colón, que por supuesto, descubrió Cuba después del 26 de Julio, que es cuando comienza nuestra historia”.
Hacía 20 años que Rafael Alcides no ofrecía un recital de poesía. Aunque ha participado en el festival Poesía Sin Fin, no había ofrecido una lectura pública en solitario desde que cumpliera 60 años, en 1993, cuando participó en un homenaje que le hicieron en el Gran Teatro de La Habana.
La poesía de Rafael Alcides navega en la corriente estética del “coloquialismo”. Su tono grave, pausado, de inflexiones profundas y admirativas, recuerda la forma de recitar de Eliseo Diego.
Alcides no sólo leyó sus poemas, sino también dialogó con la conductora, y respondió preguntas del público. Al final de la lectura, advirtió que con la reclusión de Santiesteban, los que fabricaron el caso “dan lugar a que el libro que no existía (sobre la prisión en Cuba) se produzca”.