LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 – Mientras hoy Washington abre las puertas de par en par a los llamados intercambios culturales con Cuba, La Habana, “amenazada”, canaliza y controla los intercambios a través de sus instituciones, siempre con la condición de que los involucrados sean artistas e intelectuales políticamente “confiables”. ¿En cuál de las orillas se gesta entonces la cultura de la conspiración?
Sobre éste y otros temas trató el encuentro del proyecto Estado de SATS, celebrado en la vivienda del profesor Antonio Rodiles, el sábado 3 de marzo, con la participación del Jefe Adjunto de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, Charles Barclay. También integraron el panel la bloguera Miriam Celaya, el periodista Julio Aleaga Pesant y, mediante una videograbación, se dirigió a los más de 70 participantes el filósofo Alexis Jardines.
Para hablar de cultura conspirativa, basta con recordar la visita a la sede de las Naciones Unidas, en Nueva York, del proyecto artístico cubano La Colmenita, un grupo infantil que present un espectáculos con altas dosis de misión ideological o propaganda política.
¿Puede la sociedad civil cubana hacer potables sus proyectos sin la intromisión de las instituciones y los órganos de inteligencia del gobierno? Para el filósofo Alexis Jardines, “la sociedad civil está comprimida entre el unipartidismo político y la institucionalidad”. De manera que, sugiere Jardines, es preciso “potenciar el desarrollo de una sociedad civil mediante el auge de los proyectos independientes y el debilitamiento de la institucionalidad”.
Para un gobierno tambaleante como el cubano, incluir agendas políticas e ideológicas en estos intercambios es una necesidad. Experiencia tiene de sobra. Anclado en la guerra fría, Raúl Castro desestima el verdadero contacto pueblo a pueblo, e interpreta cualquier apoyo académico o monetario, que no se avenga a sus intereses, como injerencia en los asuntos internos del país.
¿Se conoce de algún proyecto académico norteamericano insertado en la sociedad civil cubana, o viceversa? ¿A quiénes benefician los intercambios culturales permitidos por el gobierno de Raúl Castro? ¿Por qué, ante las zancadillas raulistas, el presidente Barack Obama mantiene una política diferenciada con relación a Cuba?
El moderador Antonio Rodiles preguntó a Charles Barclay si Estados Unidos canalizaba algún tipo de conspiración mediante estos intercambios, a lo que el diplomático respondió: “Absolutamente no”.
¿Por qué el gobierno cubano prohíbe que jóvenes cubanos estudien en universidades norteamericanas y, al mismo tiempo, abre matrículas para norteamericanos en la ELAM (Escuela Latinoamericana de Medicina)? Según Charles Barclay, la República Popular China es la nación con más estudiantes en universidades norteamericanas; alrededor de un millón.
Promocionar y financiar proyectos desde la sociedad civil cubana e insertarlos en las instituciones académicas norteamericanas, europeas o de América Latina, dejaría poco margen a engendros oficiales. “La pelota está en este lado del terreno y qué podemos hacer como sociedad civil”, preguntó la bloguera Miriam Celaya.
Algo quedó claro en el encuentro Estado de SATS, cuando Alexis Jardines dijo: “En Cuba sin dinero no se puede ser ni revolucionario ni opositor”.
El gobierno no concede legitimidad a la sociedad civil cubana porque se agencia el monopolio de los intercambios culturales y académicos desde sus instituciones, dirigidas por los cuerpos de inteligencia y bajo la tutela del Consejo de Estado. El debate de SATS se centró en cómo buscar soluciones que incidan de manera efectiva en la verticalidad de la “Comisión Estados Unidos”, adjunta a la Universidad de La Habana y rectora de la política-institucional del país.
Al preguntar sobre en qué momento se encuentra el intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos, Charles Barclay comentó que en 2011 se procesaron por la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana visados a 1.600 artistas e intelectuales cubanos para visitar Los Estados Unidos”. Aunque no dio cifras, dijo el funcionario que “en la otra dirección también hubo un aumento”.
En esto de los intercambiso culturales entre Cuba y Estados Unidos, no tengo dudas de que “la cultura de la conspiración” está de este lado del Estrecho de la Florida.
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