
LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 -Roberto Ojeda Camaraza o simplemente “El Abuelo” para sus hermanos de lucha, el héroe humilde y consecuente de mil batallas por la democracia y la justicia acaba de perder su último combate con la vida. Solo cuando el pasado 17 de agosto dejó de existir físicamente víctima de una grave enfermedad, el Abuelo descansó en su más de medio siglo de lucha por los ideales que abrazó desde joven y que supo defender desde la acción y la palabra, siempre sin hacer concesiones de principios o dar un paso atrás, siempre sin declinar en la simpatía y entusiasmo que era incuestionable alimento espiritual y acicate para los que tuvimos la inmensa suerte de tenerlo como amigo y compañero.
El Abuelo combatió a la dictadura de Fulgencio Batista, escapó de Cuba luego del triunfo de la traición castrista y en el convulso año 1961 regreso a Cuba como avanzada la invasión de Playa Girón. Pasó diez y ocho años en las prisiones castristas en la época de la mayor barbarie, en el tiempo donde nadie escuchaba y fue un héroe destacado por su firmeza e intransigencia.
Tal vez una de sus más ejemplares grandezas es haber atravesado el vía crucis del exilio, confrontación, prisión, exilio, de haber muerto sin poder regresar a su tierra amada y haber logrado vencer el fantasma del odio y el rencor para, sin abandonar su compromiso con la causa de la democratización de Cuba, convertirse en un adalid de la reconciliación nacional y el dialogo político.
El Abuelo junto a sus compañeros de la Coordinadora Socialdemócrata en el exilio por más de dos décadas han dado un ejemplo paradigmático de madurez y cultura política al anteponer los intereses de la reconstrucción nacional a las crispaciones o las venganzas que traerían más dolor y sufrimiento a la tan lacerada patria. El Abuelo presidió la Coordinadora durante dos periodos en los cuales puso toda su experiencia, energía y simpatías en el cometido de impulsar el trabajo de los socialdemócratas moderados en medio de un escenario político caracterizado por la más álgida y extremista confrontación.
Ejemplo paradigmático de humildad, sencillez, altruismo y desprendimiento nunca podré olvidar como a su llegada hace casi diez años al Congreso de la Internacional Socialista en Sao Paulo después de recibir el saludo efusivo del secretario general Luis Ayala y ante la convocatoria de éste para acreditar su organización el Abuelo con la naturalidad y firmeza que le caracterizaba respondió “yo represento aquí a la Corriente Socialista Democrática que está en Cuba”. Allí, este hombre cargado de historia y heroísmo, puso su intelecto y capacidad al servicio de unas compañeros a los que nunca había visto personalmente, muchos de los cuales no habíamos nacido cuando ya el había entrado a la historia y que teníamos un reciente pasado “revolucionario”. Esta, como tantas otras anécdotas del abuelo, retrata nítidamente y de cuerpo entero la altura moral, ética, humana y política de este hombre que lo dio todo por sus ideales y sus camaradas.
No puedo olvidar en esta hora de irremediable dolor, con cuanto entusiasmo esperaba y buscaba nuestros escritos para difundirlos entre sus compañeros de la Coordinadora, porque el Abuelo fue siempre un fiel defensor del principio “Cuba manda y el exilio obedece” Sus correligionarios en Cuba fuimos privilegiados beneficiarios de su hermandad y confianza sin límites, aún en los más difíciles momentos de nuestra trayectoria política. Las breves conversaciones telefónicas con el abuelo eran verdaderas inyecciones de entusiasmo de quien nunca se limitó para demostrarnos en cuanta estima tenía nuestro trabajo y esfuerzo, siempre dejando a un lado toda su historia y grandeza humana y política.
El luchador incansable, el vencedor de todos los retos y de los mayores desalientos, el Abuelo entrañable de todos sus hermanos nos dice adiós dejando un vacio muy difícil de llenar. Nuestro único aliciente es convertir el dolor de su ausencia irreparable en determinación y compromiso redoblado para echar adelante la obra de reconstrucción democrática, justicia y reconciliación a la que dedico cada instante de su valiosa vida.
Cuesta mucho trabajo sobreponerse a un dolor que se hace más duro en la distancia de esta impuesta separación, la memoria y el ejemplo de este cubano ilustre nos ayuda en el difícil cometido de no guardar enconado rencor a la indolencia criminal que ha impedido que le dé al Abuelo el abrazo entrañable que él se ganó con su virtuosa existencia y yo le guardaré siempre en mi corazón agradecido.