LA HABANA, Cuba, enero (173.203.82.38) – Una anciana de Jaimanitas llamada Coralia, acaba de ser víctima del atraco más increíble en la historia del pueblo. Tiene dos hijos, Milagros, que vive en Miami, y Chingle, condenado a veinte años en la prisión de Guanajay. Con el dinero que le manda Milagros de Miami, Coralia llena la jaba de alimentos que le lleva todos los meses a Chingle.
Recientemente Milagros invitó a su madre a Miami por un mes, y Coralia regresó a Cuba con mil dólares que depositó en el banco por indicación de Chingle, quien la asustó diciéndole que muchos ladrones andaban sueltos por ahí.
Coralia fue una aguerrida militante comunista que trabajó por la construcción del hombre nuevo toda la vida, hasta que le llegó el retiro, junto con el periodo especial. Abandonó el comunismo, se hizo cristiana y su casa fue casa de culto hasta que se inauguró la iglesia de Jaimanitas. Vive con el miedo a que Seguridad del Estado llegue un día con cualquier pretexto. Por eso, cuando los jóvenes la interceptaron en la calle para atracarla, pensó que había llegado el momento.
Uno de los cacos la agarró por el brazo y le pidió que cooperara; le advirtió que los dólares guardados en el banco podían traerle problemas y era mejor sacarlos. Le prometieron que si se portaba bien no le harían daño, ni a su hijo Chingle. La acompañaron al banco, hicieron la cola, fueron hasta la ventanilla como lo más natural del mundo. Cuando salieron también le quitaron el reloj y las prendas que Milagros le había comprado en Miami.
-Tenían cara de personas decentes, me recordaron a Chingle –dijo Coralia.
Chingle la reprendió por teléfono, y la persuadió de que pidiera más dinero a Milagros. Chingle purga una condena de 20 años por robo continuado; el primero cuando era menor de edad y le robó la bicicleta de la empresa a su madre. Cumplió tres años en un centro de menores. Luego robó a la madre el tanque de gas de la cocina, y fue condenado a cinco años en el Combinado del Este.
La tercera vez entró por la parte de atrás de la casa mientras Coralia daba una fiesta a Milagros que estaba de visita en Cuba. Se robó la pierna de puerco del horno y una cazuela de arroz congrí. Dice Coralia que en ninguna de las tres ocasiones ha querido perjudicar a su hijo, pero siempre las huellas llevan a la policía hasta Chingle.