LA HABANA, Cuba, mayo (173.203.82.38) -La calidad del sistema de salud pública en Cuba fue, durante mucho tiempo, un supuesto logro innegable de la revolución. La construcción de hospitales, policlínicas, consultorios del médico de la familia, centros de elaboración de medicamentos e investigaciones bioquímicas, parecían llenar las expectativas de la propaganda.
Pero una incisión, como la que se produce cuando el ciudadano se enfrenta al infortunio de alguna enfermedad, revela las grietas que sepultan la confianza de la población en el sector de la salud, la higiene de los hospitales, la atención del personal médico, los diagnósticos, tratamientos y terapias.
Joaquín Mesa, conocido como “el pulpero”, por su afición a la pesca del molusco, residente en Jaimanitas, está arrepentido de haber ingresado a su madre en un hospital de la capital donde, dice, “prácticamente la dejaron morir cuando ingresó por una neumonía que se complicó con las bacterias que hay en el hospital”. Veintiséis días que fueron una pesadilla para Joaquín y su madre.
“Allí vi a otros pacientes decididos a escribirle a Fidel Castro y reclamarle que se tomen medidas contra los inculpados. Ellos albergan la esperanza de que escribiéndole al comandante tienen mayores posibilidades de respuestas que si le escriben a Raúl” –agrega Joaquín.
La mayoría de los médicos en Cuba tienen que ir al trabajo en bicicleta, o en ómnibus, andan demasiado preocupados en buscar los pocos alimentos de la canasta básica que llegan a la bodega o la carnicería, y tienen que inventar ingresos adicionales para equilibrar el salario que reciben como médicos.
Las misiones a otros países como cooperantes, brindan al médico la oportunidad de salir de la asfixia económica y existencial con que se vive en Cuba, y les permiten la adquisición de productos y artículos, que desde una sala de hospital o en una consulta cubana jamás conseguirían.
Un ejemplo del descalabro del sector de la salud se presentó en mi barrio la pasada semana, cuando dos médicos (un hombre y una mujer) que viven en la misma cuadra, se fueron a las manos en la calle. Y, según los rumores, todo empezó cuando discutieron sobre cuál de los dos iría de cooperante en la próxima misión a Venezuela, y las zancadillas que ambos se ponen para resultar elegido. Uno de los contendientes, la mujer, acabó en el fondo del contenedor.