PUERTO PADRE, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Alcohólico, enfermizo, descrito ya desde su adolescencia por sus profesores como mediocre, por su bajo rendimiento escolar, adscripto a las Fuerzas Armadas, luego al Ministerio del Interior. Ascendido y luego degradado, por conducta impropia. Hoy, nada menos que teniente coronel, cierto oficial residente en Puerto Padre es un ejemplo de lo que algunos llaman terror totalitario.
“Yo no sabía que este también era informante tuyo”, dijo cierto directivo de la Empresa de Telecomunicaciones, cuando, hace dos semanas, llegó a casa del policía y se encontró con otro funcionario administrativo muy conocido por él.
No era nada raro: convertido en sitio de contactos, el domicilio del gendarme es centro de peregrinaje de la más extraña fauna de corruptos que se pueda imaginar.
Funcionarios políticos, administrativos, soplones profesionales, delincuentes de cuello blanco, maleantes con guantes y antifaz, y hasta devotos de la iglesia evangélica, se dan cita allí. El Vice Presidente del Poder Popular Municipal es uno de los más asiduos visitantes de la improvisada gendarmería. Hace poco acudió al lugar nadie menos que el Primer Secretario del Partido Comunista en el municipio.
Ante concurrencia tan variopinta, uno se pregunta qué hace esta gente congregándose en un lugar tan inadecuado.
Según Friedrich y Brzezinski, todas las dictaduras totalitarias poseen ese rasgo distintivo: un sistema de terror, físico o psíquico, ejercido a través del partido comunista y de su policía secreta, que si bien apoya al partido, también supervisa a sus líderes. Por lo que nadie, a ningún nivel, queda fuera de ese ojo que todo lo ve.
Con todo, el terror totalitario tiene una contrapartida de mayor magnitud que el mismo patriotismo. Esta es la corrupción. Y en ningún otro sitio hay tanta corrupción como en el seno de esa policía política que precisamente está encargada de aplicar el terror totalitario. Cuba es un buen ejemplo. Lástima que llegada la hora de la democracia, tengamos que arar con esos bueyes.