LA HABANA, Cuba, octubre, 173.203.82.38 -La tolerancia y el respeto a las diferencias deberían ser unos de los mayores logros a los que aspire la educación ciudadana en nuestro país.
Desde tiempos remotos los hombres han tenido el valor de batallar y morir por sus creencias, pero han debido pasar muchos siglos para que comenzaran a aprender otra clase de valor: El valor de reconocer a sus semejantes, sus sentimientos y derechos.
La tolerancia, el respeto y la aceptación son pilares fundamentales de una sociedad; son la esencia que preserva lo mejor del pensamiento humano. Ni los diluvios ni las tempestades ni la destrucción total de Templos y ciudades por las fuerzas hostiles de la naturaleza, han tronchado más vidas que la intolerancia humana.
En Cuba, en pleno siglo XXI, la intolerancia sexual, política, social, religiosa… que ha inculcado el gobierno en la sociedad, sigue provocando miedos, frustración, infelicidad y odio entre las personas. A pesar de que la igualdad, el respeto a todos los seres humanos y la no discriminación, son cosas sencillas y básicas que no deberían perderse de vista, el Estado y la sociedad siguen imponiendo a las personas normas que violan sus más elementales derechos.
Es por eso que les recuerdo a los cubanos que aún vivimos en esta isla tapiada por ideologías y dogmas caducados e inhumanos, que no ganamos nada creyendo en nuestra verdad, en nuestros sueños y en nuestros derechos, pero sin valor y perseverancia, mientras que los que nos gobiernan y nos cortan las alas, creen en sus errores, y los defienden, con feroz fanatismo.
No olvidemos tampoco que una sociedad de ovejas, forzosamente da origen con el tiempo a un gobierno de lobos. Justamente por ello pienso que debemos luchar juntos y con valor, por derribar los muros de terror, discriminación y falta de libertades que nos prohíben buscar otros horizontes. Los cubanos debemos hoy sentirnos comprometidos y obligados a trabajar porque en el futuro de nuestra nación todos, sin excepción, seamos seres humanos libres.
Soy consciente de que la creación de un Paraíso en esta isla, está muy lejos de nuestro alcance. Sin embargo, si -como leí una vez- aprendemos y enseñamos a ser solidarios, tolerantes, valientes y a defender con uñas y dientes, pero con respeto, aquello en lo que creemos, tal vez logremos instituir un Purgatorio más o menos soportable y, de ese modo, logremos escapar del Infierno.