LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Aunque con una menor concurrencia de público que en años anteriores, el Vía Crucis de este viernes santo fue uno de los más emotivos acontecimientos del año para los habaneros; un rescate de tradiciones y espacios por parte de la iglesia católica, que ha trascendido mas allá de lo religioso o meramente cultural.
La representación de Jesús fue algo diferente esta vez. Sin escenificaciones, partió la procesión desde la Santísima Catedral de La Habana, sobre las 7.30 pm. Los
feligreses cargaron en hombros el altar del Cristo con su cruz, en una procesión que luego se unió a una segunda que portaba la imagen de la Virgen María por toda la calle Mercaderes, vistosa arteria del casco histórico de la ciudad que la Oficina del Historiador, subordinada al Consejo de Estado, se ha ocupado de rescatar con el fin de engrosar las arcas del Estado con los réditos del sector del turismo.
Siguiendo las estaciones, los devotos doblaron en la estrecha calle Amargura, plagada de edificaciones apuntaladas, fosas desbordadas y balcones en peligro de derrumbe, en dramático contraste con la turística Mercaderes. Fue ahí donde la mayor parte del pueblo se unió al desfile, incluidos practicantes de ritos afro-cubanos; algunas familias hasta lanzaron pétalos de flores al paso de la procesión.
En la intersección con la calle Cuba, justo dentro de la Iglesia de San Francisco de Asís, se intercambio la imagen de Jesús por otra que evoca su muerte; de ahí la procesión retomo la calle Amargura para dirigirse a un sepulcro improvisado en el interior del templo del Cristo del Buen Viaje, donde según la tradición católica el redentor esperaría la Pascua de resurrección.
Sobre un púlpito levantado en medio de la plazoleta del Cristo del Buen Viaje, el cardenal Jaime Ortega Alamino ofreció una homilía a los presentes, rodeado por otros miembros del clero en cuyas caras se reflejaba la tristeza, producto quizás del catastrófico panorama de ese pedazo de La Habana Vieja, en especial el ruinoso edificio de viviendas ubicado justo frente al estrado y sobre cuya fachada está escrito un irónico cartel que dice “La maravilla”.