LA HABANA, Cuba, septiembre, 173.203.82.38 -Tal parece que los editores del periódico Granma no viven en Cuba. Otra explicación no podría tener el hecho de que publiquen informaciones realmente ofensivas para la inteligencia de los cubanos.
El pasado 13 de septiembre, Granma publicó una información (sin firma de autor ni crédito de agencia de prensa) con el título: “Estados Unidos: cerca de 19% de la población en dificultades para comprar alimentos”. En dicho trabajo se refleja de manera resumida los resultados de una encuesta realizada por Gallup, entre enero y junio, en la que participaron 117 650 adultos estadounidenses.
Según Granma, de acuerdo con la información recopilada por la encuestadora, cerca de 18,2% de los residentes en los Estados Unidos ha pasado por momentos en los que no pudieron comprar alimentos por falta de dinero, principalmente se refiere a la carne de cerdo, de res, de ave, y también a productos lácteos, maíz y alimentos empacados y procesados.
Las familias norteamericanas, de acuerdo con la mencionada encuesta, pasan grandes vicisitudes y penurias para poder mal alimentarse en el día, por la imparable subida de los precios de los alimentos.
Puede ser o no cierto, pero los editores de Granma, al publicar esa información, parecen ignorar que problemas similares, pero en mayor magnitud, aquejan a la mayoría de los cubanos, los cuales no pueden comer caliente siquiera una vez al día.
En cualquier lugar de Cuba donde coincidan tres o más ciudadanos, hay dos temas obligados en las conversaciones: la imparable subida de los precios de los alimentos, tanto en pesos como en divisas, y el problema no resuelto de la trasportación urbana por ómnibus.
Sin embargo, parece que el periódico Granma no conoce los inventos y malabares que hacen diariamente para comer nuestras familias, cuyo salario promedio mensual no sobrepasa los 20 dólares.
Con ese dinero, después de pagar la magra canasta básica vendida por la libreta de racionamiento (que dura, cuando más, una semana), están obligados a comprar, por los menos, un litro de aceite, que cuesta 2,40 dólares; un kilogramo de pollo congelado, que ronda los 2,80 dólares; y el azúcar, el arroz y los frijoles, que se venden por la libre y para los que hay que destinar no menos de 5 dólares. Eso, si desean comer una vez al día, y malamente, en lo que queda de mes.
El consumo de productos lácteos es un lujo que no se pueden dar la mayoría de los cubanos. Una libra de queso blanco de fabricación casera cuesta más de un dólar. La leche fresca hace años que desapareció de nuestros hogares. El yogurt de soya y la leche en polvo son sólo para niños, embarazadas y ancianos con dieta médica.
La cuota de huevos que venden por la libreta de racionamiento alcanzan, cuando más, para tres comidas. Pero los que venden por la libre cuestan 0.10 de dólar la unidad, o sea, una docena de huevos cuesta más que el salario promedio de un dia. El precio de la carne de cerdo fluctúa entre 1 y 2 dólares la libra. La peor carne de res, entre 8 y 12 dólares el kilogramo. Las viandas, los vegetales, las hortalizas y las frutas se encuentran en los Mercados Agropecuarios de Ofertas y Demanda, carretilleros y puntos de venta, pero a precios prohibitivos. Por eso, para hacer una buena sopa o un potaje, hay que destinar como mínimo 10 dólares al mes.
Sería interesante que el Granma comisionara a Gallup, una encuesta similar a la hecha en Estados Unidoa, pero entre las familias cubanas. El resultado, evidenciaría el, más que agobiante, escandaloso problema de la alimentación entre nosotros.
Me encantaría leer los malabares retóricos que Granma publicaría respecto a los resultados de esa hipotética encuesta. Pero todos sabemos que no se realizará.