LA HABANA, Cuba, febrero (173.203.82.38) – Mientras el barco zozobra, lo mejor que se les ocurre hacer a nuestros caciques por ellos mismos, es potenciar su graciosa batalla de “ideas” con una tropa de ciberesbirros, dicen que entrenados y dispuestos a pelear para demostrarnos que son más fuertes que los blogueros y los periodistas independientes.
Pobrecitos. La historia les pasó por arriba sin darles chance para que comprendiesen que la fuerza es sólo un accidente basado en la debilidad de los más débiles. De modo que como accidente al fin, no puede ser eterna, ni esencial.
Acostumbrados a controlar las calles de la Isla con su bruto poder, creen que el ciberespacio es un parapeto, como Quinta Avenida a la salida de la iglesia Santa Rita, donde la razón puede ser fácilmente neutralizada con hordas gritonas.
Las imágenes televisivas sobre los rebeldes en El Cairo les pasan por delante de la nariz, y nada, como si con ellos no fuera. A Mubarak, un dictador mucho menos antiguo y ciertamente menos torpe que ellos, le sale mal la táctica de lanzar contra el pueblo a sus huestes de apaleadores vestidos de civil. Pero nuestros caciques siguen apostando por esa variante irresponsable, fratricida y siniestra.
El mundo observa perplejo en estos días un video, filmado y echado a rodar no por el metonímico “enemigo”, sino desde sus propias filas de leales entrecomillados, donde queda expuesta, sin el menor escrúpulo, la fobia que les provoca Facebook y Twitter, así como la ridícula ignorancia que les impulsa a adaptar estos medios de libre expresión a su cavernario sistema de palo y pedrada.
Sería para desmollejarse de la risa, si la estupefacción no nos congelara las quijadas.
Pero como no hay mal que por bien no venga, algo bueno enseñan los caciques con su mala nueva, y es que las rebeliones populares que tienen lugar hoy en varios países árabes, los están llevando de la preocupación al franco pavor.
A nadie entonces debiera sorprender que la divulgación de ese video, justo en los días que corren, tenga muy poco de accidente, menos de casual y sí mucho de táctica marrullera, destinada a preparar el terreno para que nuestros caciques pongan el parche antes de que salga el hueco, declarándose invadidos por el enemigo imperial, quien ahora utiliza como armas a Facebook y Twitter.
Esto justificaría ante sus cómplices internacionales la absurda pretensión de extender los mítines de repudio al ciberespacio, el cual, afortunadamente, sobrepasa los límites de Marianao o de Alamar. De modo que no es propicio para los criterios impuestos sino para la exposición de criterios, mejor recibidos mientras más inteligentemente se acerquen a la verdad. Así que pobrecitos sus ciberesbirros.
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