1

Choque generacional en la Fundación Alejo Carpentier

LA HABANA, Cuba, diciembre, www.cubanetorg -Para nadie es un secreto que, en general, los jóvenes favorecen las transformaciones que propician el desarrollo social. En el caso cubano, la mayoría de los jóvenes académicos e investigadores abogan por que los cambios económicos implementados por el gobernante Raúl Castro transcurran con mayor rapidez. Y el periodismo no podía ser menos.

Tal apreciación fue corroborada en el cierre del ciclo “El periodismo no es oficio para cínicos”, que tuvo por sede a la Fundación  Alejo Carpentier. En esta ocasión, se trató de un panel en el que intervinieron los periodistas Jesús Arencibia y Ricardo Ronquillo, ambos del periódico Juventud Rebelde, así como la doctora Graciela Pogolotti, presidenta de la referida institución cultural.

El primero en usar de la palabra fue el más joven de los panelistas, Jesús Arencibia, quien, ante el asombro de algunos de los presentes, criticó con fuerza la actual situación de los medios de prensa cubanos. Al responder la interrogante “¿qué periodismo se necesita hoy en Cuba?”,  Arencibia expresó que hacen falta medios que no precisaran de la aprobación superior para llevar a cabo su labor informativa; y en ese sentido argumentó que la política editorial no debía ser coto de un partido político. Arencibia cuestionó también la labor de la oficialista Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), la que exige no mezclar el periodismo con la publicidad comercial, pero nada dice de la propaganda política que preside el quehacer de la prensa plana, la radio y la televisión en nuestro país.

A renglón seguido, intervino Ricardo Ronquillo, subdirector del diario Juventud Rebelde. Aunque a ratos intentó continuar el discurso crítico de su antecesor, Ronquillo aclaró que sus sugerencias iban dirigidas a “hacer que la prensa cubana estuviese a la altura de la Revolución”. Según este panelista, asistimos a una crisis estructural del periodismo cubano; motivada por la carencia de recursos de los periodistas y los medios de prensa, así como por la pérdida de credibilidad de estos últimos debido a la función que han cumplido al servicio de las instituciones gubernamentales.

Al referirse a una situación que no debía de repetirse, pues muestra el inmovilismo que empobrece la labor de la prensa, Ronquillo recordó lo sucedido a raíz de la divulgación de la Proclama con la que Fidel Castro traspasaba el mando a su hermano Raúl. Según el periodista, fue increíble que ningún medio de prensa cubano comentara posteriormente acerca de ese hecho trascendental. Sin embargo, dejó entrever que episodios como ese ya habían sido superados al calor del llamado de Raúl Castro contra el secretismo mediático.

La doctora Pogolotti, la de más edad en el panel, tuvo a su cargo la exposición más conservadora. Tras referirse a sus tiempos de estudiante de periodismo en la Cuba republicana, fue más a lo formal que a lo sustancioso a la hora de evaluar la prensa que necesitamos. Según ella, los medios cubanos deben abandonar titulares que no invitan a la lectura; precisan de mejorar la imagen y el diseño gráfico que acompaña a la información; y también debían de contar con periodistas capaces de realizar trabajos de investigación sobre los más disímiles aspectos de nuestra realidad. En síntesis, casi nada dijo esta  representante de la cultura oficial acerca del control gubernamental sobre los medios de prensa.

Las intervenciones de los panelistas resultaron extensas y no hubo tiempo para que el público opinara o hiciese preguntas. No obstante, ya en la puerta de la Fundación pude escuchar el parecer de un joven estudiante de periodismo:

“No hemos avanzado nada en la eliminación del secretismo y la autocensura. Parece que el señor Ronquillo ha olvidado que, después de la declaración oficial de nuestro gobierno en torno a la captura en Panamá de un barco norcoreano con armamento cubano, ningún periodista aquí osó abrir su boca …”.