LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -Probablemente los que visitan Cuba no imaginan que comenzada la segunda década del siglo XXI, la revolución del conocimiento aportada por Internet no haya llegado a los hogares cubanos, ni siquiera en la capital. En cualquier lugar del mundo es práctica habitual que la mayoría de la gente acceda a Internet libremente desde sus casas.
A pesar de que hace más de un año fue tendido el muy publicitado cable de fibra óptica, procedente de Venezuela, que supuestamente serviría para acelerar la velocidad de la conexión, ni siquiera en los mejores hoteles habaneros hay la conexión es rápida, a no ser que excepcionalmente el gobierno autorice brindar un mejor servicio para impactar a los extranjeros. Navegar la red, en los escasos lugares permitidos a los nacionales, es astronómicamente caro; tanto que una hora de conexión puede costar el equivalente a una semana de sueldo de un profesional, y muchos sitios web están censurados.
La empresa estatal ETECSA, que monopoliza el servicio de Internet, informa que “el servicio de acceso a Internet se oferta a personas jurídicas y a personas naturales extranjeras con residencia temporal o permanente en Cuba. Por el momento este servicio no se oferta a las personas naturales cubanas o extranjeras residentes en el exterior que vengan de turismo a la isla, estas deben acudir a las salas de navegación, ni al sector residencial cubano”.
Desde sus hogares pueden acceder a redes de intranet, a través de la línea telefónica, algunas personas autorizadas de las esferas cultural, médica, científica y académica, con limitaciones de sitios y temas censurados. En La Habana y las capitales de provincia hay algunas oficinas que ofrecen servicio de correo electrónico, cobrado en divisas. Con el panorama antes descrito, es lógico que la mayoría de los cubanos, incluidos muchos jóvenes y profesionales, no entienda bien como funciona la red, ni siquiera lo que es un blog, Facebook o Twitter. De Internet solo saben que, según nos dice el gobierno, “el bloqueo norteamericano” -¡no faltaba más!- tiene la culpa de que los cubanos no lo puedan utilizar; al igual que tiene la culpa de todas nuestros problemas.
A pesar de las estrechas relaciones que mantienen con China, las autoridades cubanas procuran que en la Isla no se conozca el auge de Internet en el gigante asiático, ni que -a pesar de la censura que el gobierno chino impone- esa maravilla tecnológica está jugando un creciente papel en las demandas ciudadanas de los chinos y su acceso a la información, el conocimiento y el desarrollo mundial. Ciertamente no puede pensarse que los comunistas chinos buscaran una apertura democrática, cuando decidieron permitir que el pueblo navegara por la red. Probablemente la decisión de realizar amplias reformas económicas hace treinta años, que posibilitó la pujanza actual, con creciente participación de la iniciativa privada, les hizo eventualmente imprescindible la necesidad de facilitar la conexión a través de la red de los actores nacionales y con el exterior, a pesar de los peligros que el flujo de información acarrea para cualquier dictadura. O sea, los comunistas chinos comprendieron que sin que la población tuviera acceso a Internet, no podrían desarrollar la economía y tuvieron que correr el riesgo.
A medida que se expandieron las empresas extranjeras en el país y comenzaron a surgir los empresarios chinos, algunos con enormes fortunas, el Partido Comunista Chino acogió a los millonarios en sus filas y a permitir que se generalizara el acceso de la población a Internet.
Sin embargo, el acceso a Internet bajo la dictadura china no ha estado exento de trágicas consecuencias; como el caso del disidente Wang Xiaoning, enviado a prisión en abril de 2002 y liberado en 2012, debido a que el gigante de Internet norteamericano Yahoo cedió a la presión del gobierno y le entregó información sobre sus correos electrónicos. Esos correos entregados por Yahoo fueron las “pruebas” incriminatorias que lo llevaron a prisión por “incitar a la subversión”. En 2005 -también con la colaboración de Yahoo, que facilitó las pruebas al gobierno chino-, el periodista Shi Tao fue sentenciado a 10 años de prisión por enviar emails a sitios web pro democracia en el exterior. En 2004, Microsoft borró el blog del activista chino Michael Anti; y en 2006 Google lanzó en China una versión censurada de su portal de búsqueda, que finalmente decidió cerrar en 2010.
Después de haber sido blanco de muchas críticas por su actitud colaboracionista con el régimen chino, las tres firmas actualmente son miembros de Global Network Initiative, una organización que defiende los principios de la libre expresión y la privacidad en la red.
Aunque el gobierno mantiene la censura en la red, actualmente más de 513 millones de usuarios disfrutan en China continental de acceso a Internet; es decir cerca del 40% de los 1,3 mil millones de habitantes. Twitter y Facebook están bloqueados y son suplantados oficialmente por los microblogs, principalmente de la empresa nacional Sina Weibo que colabora abiertamente con el gobierno en la implementación de la censura.
A pesar de la censura, los microblogers chinos crecientemente exponen las injusticias, los desmanes de las autoridades, los problemas locales, y medioambientales, que evidencian el aumento de la insatisfacción ciudadana y el ansia de mayores libertades. Asimismo existe en China un gran comercio a través de Internet, con empresas de las que sobresale Alibaba Group, creada en 1999 por Jack Ma, actualmente uno de los hombres más ricos del país.
Desafortunadamente, a pesar de sus múltiples afinidades, las autoridades cubanas apuestan por imitar a sus colegas chinos en lo que respecta al enclaustramiento y el despotismo, pero no se arriesgan con la implementación de verdaderas reformas de apertura económica, y le temen más aun a la apertura del acceso a la red que los cambios económicos harían imprescindible, como ocurrió en China.