LA HABANA, Cuba, julio (173.203.82.38) – La historia de los viajes aéreos en Cuba registra dos hechos que calaron hondamente en la memoria de nuestros compatriotas, pues acerca de lo ocurrido durante esas travesías, nunca ha podido decirse la última palabra. Me refiero a los casos de Matías Pérez y Camilo Cienfuegos.
El peninsular Pérez se elevó en un globo desde la habanera Plaza de Marte en 1856. Se dice que era un hombre intrépido, deseoso de ponerse a tono con los adelantos de la época. Lo cierto fue que, ante la mirada atónita de los vecinos allí reunidos, el artefacto ganó altura con rapidez y, en un abrir y cerrar de ojos, se perdió entre las nubes. El fuerte aire reinante, con rumbo norte, habría conducido el globo a sobrevolar las aguas del Golfo de México. Nunca más se supo del viajero. Y a partir de ese momento, cada vez que los cubanos queremos referirnos a algo que se nos fue sin darnos cuenta, decimos: ¡Voló como Matías Pérez!
Cienfuegos, jefe del Ejército Rebelde, por su parte, desapareció el 28 de octubre de 1959, mientras regresaba en una avioneta a la capital, procedente de Camagüey. Las más disímiles conjeturas han circulado sobre la suerte que corrieron Camilo y sus dos acompañantes en el vuelo. En el exterior, por supuesto, donde único puede hablarse del tema sin temor a represalias, predomina la opinión de que el héroe de Yaguajay fue asesinado por orden de los Castro.
A nadie le convino más la muerte de Camilo que a Raúl Castro, pues el hermano del máximo líder se deshacía de la única figura que podía hacerle sombra como número dos del gobierno. Sin embargo, nunca ha podido aportarse una prueba definitiva que certifique lo antes expuesto.
Quizás en la Cuba futura, cuando ya la gente no tenga miedo de hablar, y cuando algo desaparezca de modo sospechoso, o como decimos vulgarmente, cuando sintamos que hay gato encerrado, digamos: ¡Se esfumó como Camilo Cienfuegos!