Asunto de seguridad nacional

LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -Levantarse antes de que cante el gallo es ya costumbre para los vecinos de Parcelación Moderna, en Arroyo Naranjo, provincia La Habana. La costumbre se debe a que sobre las 4:00 am, en días alternos y solamente por espacio de dos horas, se abren las llaves de suministro de agua corriente a la vecindad.
Aún así, Parcelación Moderna, por su cercanía al embalse Ejercito Rebelde y a los pozos de Paso Seco, se considera, en lo que respecta al suministro de agua, entre los barrios privilegiados de L a Habana, ciudad en la que según estadísticas oficiales, 180 000 ciudadanos no cuentan con servicio de agua corriente y reciben el suministro de agua solamente mediante camiones cisternas.
Según las autoridades, el déficit de distribución de agua potable en el país se debe a la sequía y los “programas inversionistas en el sector residencial”, léase las perforaciones de nuevos pozos y el remplazo, debido al deterioro o al crecimiento poblacional, de la vieja infraestructura de acueducto en algunos barrios y repartos.
En esta barriada en cuestión, a comienzos de 2006, y de manera experimental, el gobierno realizó el cambio total de las redes de acueducto y alcantarillado. Las obras estuvieron a cargo de las brigadas 6,7 y 8 del contingente Blas Roca y se prolongaron durante tres años, hasta marzo de 2009.
La prensa oficial ha dado a conocer que obras, como la ejecutada en Parcelación y otras, se extienden hoy a otros repartos y municipios en todo el país, siendo las que se ejecutan en las provincias de Santiago de Cuba y Holguín, las más ambiciosas y de mayor inversión.
Me pregunto: ¿Por qué el gobierno capitalino prioriza las obras en las redes de distribución en el sector residencial sin antes asegurarse de los volúmenes de extracción en las fuentes de abasto?
Sobre este particular, en la fuente de Paso Seco, potencial de abasto en la cuenca Almendares-Vento, que suministra a los municipios de Arroyo Naranjo y parte de Boyeros – se intensifican las obras de perforación para habilitar nuevos pozos. Por tal motivo, se restringe, desde el pasado lunes 10 de enero, el bombeo de 1 200 a 690 u 800 litros de agua por segundo, dirigidos a los 203 000 clientes que residen en estas localidades.
Eduardo Molina, Director Provincial de Acueducto en la capital, dijo el pasado 15 de enero en una televisiva que el gobierno provincial se ve en la “necesidad de disminuir el gasto de entrega de la fuente de abasto, desde 1 600 a 800 litros por segundo y un régimen de servicio a la población de días alternos a cuatro días”.
¿Entrarán alguna vez en el régimen de días alternos o cada cuatro días el abastecimiento de agua a los exclusivos barrios residenciales o estratégicos de Siboney y Miramar, Barbosa o Plaza de la Revolución?
En tanto se agudizan los problemas en el suministro de agua y las soluciones siguen sin aparecer, los habitantes de la capital entran en una especie de sorteo del suministro. Dicen las autoridades que solamente será mientras duren las obras de ampliación y perforación en busca de agua en las profundidades de la cuenca Almendares-Vento, y que los barrios periféricos, como Parcelación Moderna, en breve tiempo volverán a la “normalidad”, o sea, 12 horas de servicio de agua en días alternos.
¿Será posible que se apiaden los jefes y, al menos, cambien los horarios de suministro de agua potable, para que la gente pueda dormir un poquito más? Digo, si no se trata de un asunto de seguridad nacional.