LA HABANA, Cuba, agosto, 173.203.82.38 – En la cuadra habanera donde vive, en la calle Franco entre Carlos III y Estrella, Mayra Nodarse alimenta diariamente a perros y gatos callejeros, e incluso a algunos que sus dueños no atienden debidamente por despreocupación o falta de recursos.
Chuqui es un cocker spaniel que pertenece a unos vecinos de la calle San Rafael en el mismo municipio. Semanas atrás permanecía todo el tiempo acostado en la acera o la calle y, cuando alguien le llamaba por su nombre y trataba de jugar con él, el animal solo le dirigía su mirada triste con los ojos llenos de legañas.
Dos mujeres del barrio hicieron lo que, por despreocupación o falta de recursos, no hicieron los dueños de Chuqui. Lo pelaron, bañaron y le llevaron al veterinario. Bajo la prescripción médica le hicieron un tratamiento con antibióticos y lo desparasitaron. Ahora mueve la cola al punto que parece que se le va a zafar, parte como un bólido hacia cualquiera que le pinte fiesta y no para de jugar.
Estos son solo dos ejemplos de cubanos, también los hay en pueblos del interior, que demuestran de forma práctica su amor por los animales afectivos abandonados o abusados que, en ausencia de una política oficial adecuada, pululan por todo el país.
El Ministerio de Salud Pública solo tiene como medio de control de estos animales el departamento de zoonosis, que se limita a recoger en unos carros jaula a los que deambulan por las calles, para su ulterior sacrificio.
Gran parte de la población ve con malos ojos la forma en que los empleados de zoonosis realizan su trabajo. En ocasiones fracturan las patas de los animales con un palo para facilitar su captura y así los mantienen por 72 horas hacinados en un terreno en las afueras de la capital hasta matarlos si no son reclamados por alguien.
Años atrás supimos por un programa de Radio Martí que en Colombia se habían recogido miles de perros callejeros y después de entrenados se desempeñaban tan bien como los de raza en funciones de auxiliares de la policía, en aduanas detectando bombas y explosivos y hasta incluso como lazarillos para ciegos.
La campaña colombiana incluyó además la intervención quirúrgica de muchos animales para impedir su reproducción descontrolada, que es la que origina fundamentalmente la existencia de animales abandonados o, como les llamamos por acá, callejeros.
También un grupo de veterinarios holandeses recorre el mundo en un barco y van operando, gratuitamente, animales afectivos en cada ciudad a la que llegan. Hace unos años lo hicieron en la Habana Vieja, según el testimonio de una amiga cuya perrita fue esterilizada por miembros de esta ONG cuyo nombre no me supo decir
En la actualidad ya hay cubanos que se dedican a esto por su cuenta, solo por amor a los animales. En lugares públicos se ven anuncios del servicio de esterilización gratuita de perros y gatos por veterinarios.
Mayra y las mujeres que curaron y atienden a Chuqui junto a miles más por todo el país, constituyen un potencial de voluntarios para una campaña en pos del control racional, sin crueldad y menos costoso a largo plazo, de gatos y perros callejeros.
Ya que hasta el momento no se ve la voluntad política del gobierno para hacer esta campaña, esperemos al menos que no la catalogue como una “maniobra imperialista” si algunas agrupaciones independientes de amantes de los animales deciden emprenderla.