LA HABANA, Cuba, agosto (173.203.82.38) – Deseos reprimidos empujan a Fidel Castro a reflexionar sobre quién tirará la primera ojiva nuclear en el Golfo Pérsico; también sobre la oscura historia del hundimiento de la corbeta ROKS Cheonan, o los anuncios y decisiones anticipadas de los 39 afiliados permanentes del Steering Comittee.
Quiera o no el máximo líder, la historia ya le pasó factura. Sabe que su dedo índice estuvo a punto de accionar el gatillo y provocar una tercera guerra mundial, cuando la crisis de los misiles en octubre de 1962.
En la isla, Fidel Castro amarró tanto sus poderes que sólo él y su círculo de generales -con dos y más estrellas doradas en su charretera, mañana pueden convertir su “revolución” en neoliberalismo, y que vengan los aplausos.
Digo esto porque meterse con el poder en Cuba, puede acarrear serios consecuencias, inclusive actas de advertencias emitidas por la propia Contrainteligencia Militar (CIM). Decir que oficiales acosan a mujeres trabajadoras civiles de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, que varios reservistas murieron electrocutados en una maniobra, o que el generalato controla el money de la nación, resulta una afrenta a los “preceptos de la revolución”.
En menos de tres meses, tres colegas de la prensa independiente, Moisés Leonardo, Adolfo Pablo Borrazá e Iván García, tuvieron ante sí la advertencia de la CIM. Indistintamente fueron citados por sacar a la luz sucesos u opiniones que pueden ser el ABC en cualquier ejército del mundo.
¿Acaso los oficiales de la CIM vieron aquel video de Raúl Castro que recorrió el mundo, en el que aparece tocándole el rostro a una joven soldado en plena revista militar? ¿Pensarán que es un montaje bien facturado por el enemigo?
Veo razonable que la CIM actúe en función del espionaje, la corrupción, el abuso de poder o las indisciplinas graves dentro de sus filas, que en definitiva, para eso fue concebido ese cuerpo. Lo que suena absurdo es cómo tratan de buscar en interrogatorios montados un remiendo para sus fisuras. ¿Qué puede saber un periodista independiente que no sepan ellos?
También puede entenderse que su función no es hablar o denunciar en público algo tan frecuente como que el jefe de retaguardia se robó un pollo congelado para darle de comer a sus hijos, o que el pistero de una unidad de combate se agenció unos cuantos litros de nafta para ligarlos con gasolina.
Deshonras de altos quilates han sacudido las filas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior. Unas tan mediatizadas como la causa del General de División Arnaldo Ochoa, y otras que por fuerza mayor cavan su propia trinchera, nunca se conocen.
Obviamente, no se entienden las cosas del poder en Cuba, mucho menos las de los cuerpos de inteligencia que protegen su soberano mandato. Para periodistas independientes y disidentes, existe un departamento de inteligencia (el 21) que nos monitorea e interroga.
¿Será que con esto del “perfeccionamiento empresarial y la unificación de ministerios”, la inteligencia militar debe asesorar o reforzar el trabajo del Ministerio del Interior?
Para Fidel Castro, mañana se acaba el mundo y después vendrá otra era de piedras y garrotes. En tanto, disentir en Cuba, con movimientos pujantes que no se repliegan ante las advertencias, son ojivas de ideas que laceran un prestigio malogrado a base de amenazas, engaños y deseos reprimidos.
Aunque suene ridículo, creo en la idea de Fidel Castro de convencer al mundo sobre el peligro de una guerra mundial, si Irán y las Naciones Unidas no llegan a un acuerdo el próximo 7 de septiembre. Ahora, de algo estoy seguro, este no es el único episodio que amerita advertencias.
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