LA HABANA, Cuba, mayo, 173.203.82.38 -El escritor Luis Iglesias Pérez, nacido en 1952, en la barriada capitalina del Cerro, pertenece a la generación de narradores cubanos que se dieron a conocer en los años 80. Psicómetra de profesión, muy pronto dejó el hospital donde trabajaba para dedicarse por entero a la literatura. Desde entonces ha debido enfrentar las peculiares circunstancias del escritor en Cuba. Precisamente sobre algunas de estas circunstancias, relacionadas en particular con su vida, nos habla en la siguiente entrevista.
Cubanet: En los años 70 hubo una explosión de poetas cubanos. ¿Cómo describes ese momento en tu vida?
L.I.P: En esa época, a pesar de no tener una dirección o alguien que me guiara, empecé a escribir mis poemas, labor que combinaba con mi amor constante a lectura. Me convertí en un asiduo visitante de la Biblioteca Nacional José Martí, donde pude leer a gran parte de los grandes autores internacionales. Y ya en los 80 empiezo a presentar varias de mis obras en concursos literarios organizados por las autoridades cubanas. De esa manera me pongo en contacto con la brigada Hermanos Sainz, que agrupaba a jóvenes artistas y escritores. Allí conocí a la poetisa Reina María Rodríguez, quien se encontraba al frente del gremio a nivel nacional. Me aceptaron, y tres años después, me propusieron asumir la dirección del grupo en la capital, pero con la condición de pasar la escuela nacional de cuadros de la Unión de Jóvenes Comunista (UJC).
Cubanet: ¿Qué objetivos perseguía esa escuela, en el caso de los artistas?
L.I.P: Siempre estaba lista para adoctrinar y “enseñar” a todos los escritores y artistas, y al personal vinculado a la cultura, atiborrando al alumnado con clases de comunismo científico, marxismo- leninismo y economía política.
Cubanet: ¿Qué cambios produjo en tu vida esa nueva responsabilidad?
L.I.P: De cierta manera, todo cambió para mí, ya que, aparejado al trabajo, debía organizar los expedientes de cada miembro, además de programar actividades en la Casa del Joven Creador que promocionaba jóvenes talentos de la cultura. Todo esto a través de la UNEAC, que autorizaba algunas publicaciones en pequeños folletos, llamados Extramuros. Ahí salieron mis primeras publicaciones.
Cubanet: Pero al dejar de existir la brigada, para dar paso a la Asociación Hermanos Sainz, te excluyeron, ¿por qué?
L.I.P: Hasta los días de hoy es un misterio para mí. Nunca lo supe, ni tampoco he preguntado. Es lamentable que en todos los aniversarios de la Asociación Hermanos Sainz nunca se recuerde a aquellos escritores y artistas que iniciaron la institución, desde la brigada.
Cubanet: ¿Cuántos premios obtuviste?
L.I.P: En el año 83 gané el premio Poesía de Amor Varadero. Posteriormente, fui mención en el premio de poesía David, del mismo año. Y en años sucesivos obtuve varias menciones del propio David, convocado por la UNEAC.
Cubanet: ¿Tú labor cómo escritor ha sido ininterrumpida?
L.I.P: En los tiempos del Periodo Especial dejé de escribir. A veces retomaba la poesía, escribiéndola a mano, aún conservo los manuscritos, que permanecen inéditos. Fueron tiempos muy difíciles en los que estuve obligado a combinar la escritura con una licencia de cuentapropista que saqué para fabricar figuras de santería con hojalata, o para limpiar zapatos con un sillón que fue propiedad de mi padre.
Cubanet: ¿Cuándo te afiliaste a la UNEAC?
L.I.P: Me presenté con un cuaderno de poesía titulado “Tratado sobre la falsificación del Oro”, en la segunda convocatoria Pinos Nuevos, en el año 1996. Fue un premio que convocó la editorial Arte y Literatura. Mi trabajo resultó premiado. Al año siguiente, fui aceptado como miembro permanente de la UNEAC.
Cubanet: ¿Cuál es tu opinión acerca de los escritores que son críticos con el gobierno?
L.I.P: Es plausible su valentía, pero sus obras no circulan dentro de la población. Igual les pasa a muchos escritores oficialistas, solo conocidos en el micro ambiente intelectual cubano. Cuando se trata de libros promovidos bajo la anuencia del gobierno, las ediciones son escasas, y los lanzamientos de los libros se hacen en lugares prácticamente sin promoción. Seguimos aferrados a los grandes nombres de la literatura universal, que son los que el pueblo conoce: las obras de Carpentier, García Márquez, o la poesía de Guillén, Neruda. En un segundo plano queda siempre la literatura cubana actual, que se edita y se premia pero sin la debida promoción.
Cubanet: ¿Eres optimista ante el futuro?
L.I.P: Tengo una gran esperanza en que Dios me dé más años de vida, para poder ver con mis ojos el fin de la situación tan adversa por lo que atraviesa Cuba. Y confío en no irme de este mundo sin ver el fin del sufrimiento de los cubanos. En cuanto a mi ventura personal, espero que mi última novela, “Máquina de Soñar”, pueda ser publicada .