LA HABANA, Cuba, octubre, www.cubanet.org -Hace dos décadas, el 24 de octubre de 1993, los órganos represivos del gobierno cubano lanzaron una operación de búsqueda, captura e incautación. La “Operación Maceta” estaba determinada a confiscar mercaderías y detener y enviar a la cárcel a los que poseyeran “dinero ilícito”, proveniente de ventas de productos industriales y artesanales o de intercambio en el mercado alternativo.
Dicha operación condujo también a la captura de una red de vendedores de cocaína. La droga habría sido obtenida a través de viajeros que la introducían en cantidades mínimas, o mediante los sacos que narcotraficantes internacionales dejaban caer en aguas cubanas, para que lanchas de Miami las llevaran a EEUU.
Según los medios oficiales, muchos detenidos eran “connotados delincuentes”. Se incluían cabecillas de redes y conexiones dedicadas al robo, la especulación, la malversación, el tráfico de divisas y obras de arte, el soborno y otras modalidades delictivas. Estos macetas, según la policía, “operaban a partir del chantaje, el comprometimiento y la complicidad de funcionarios y administradores corruptos a nivel de empresas y establecimientos estatales”.
La prensa oficial publicó que los arrestados habían obtenido residencias, autos, equipos electrodomésticos, joyas, acumulando considerables sumas de dinero en moneda nacional y en divisas extranjeras. Según lo descrito, estas personas vivían como verdaderos magnates del delito.
Hoy están latentes estos sucesos del 24 de octubre de 1993, y muchos cuentapropistas se preguntan, desconfiados: ¿Esto que nos dejan hacer no será más que otra trampa del Estado?
En reiteradas ocasiones, Fidel Castro ha manifestado que no aprueba la riqueza del pueblo si no es supervisada por el control del Estado. Incluso, cuando Hugo Chávez sugirió que en Cuba se aprobara el juego de “la bolita”, como lo estaba en Venezuela, Fidel lo censuró. De todas maneras, aunque el pueblo apuesta diariamente en la bolita y acude a otras formas de juegos ilícitos, éstos continúan siendo muy riesgosos.
En dictaduras como la cubana, los dueños del poder hacen la ley y la trampa. Aplican recursos para mantener angustiados a los gobernados con la incertidumbre del día siguiente. Así les queda a ellos las manos libres para seguir enriqueciéndose y engordando sus cuentas ocultas en bancos extranjeros.
Quizás algún día podremos ver a los Castro y a su camarilla sometidos a juicio por haber traficado con la vida de todos los cubanos y por ser los macetas corruptos más grandes de nuestra historia.