LA HABANA, Cuba, febrero, 173.203.82.38 -En días recientes ha sido noticia la recaída del presidente Hugo Chávez en la seria dolencia que meses atrás lo obligó a viajar de manera repetida a La Habana, a fin de recibir asistencia médica especializada. Como acostumbra hacer, fue el propio mandamás venezolano quien se encargó de hacer el anuncio en los medios masivos de comunicación, según tradición de las tierras del machismo-leninismo, donde el jerarca de turno, como macho alfa, se reserva la función de dar las principales noticias, ya sean buenas o malas.
Después de haber proclamado durante meses su supuesta “curación definitiva” y de ridiculizar las informaciones y especulaciones de la prensa no gubernamental acerca de la persistencia de sus serios problemas de salud, Chávez se ha visto precisado a reconocer la magnitud del problema.
La aceptación ha sido hecha a desgana, de manera vergonzante. El coronel de Sabaneta ha eludido emplear el vocablo “tumor”, cuyo uso es el que se impone en casos de esta naturaleza. En lugar de ello ha preferido hablar de “una lesión pequeña”. Haciendo un indudable aporte al idioma castellano, emplea una frase inusitada: “extraer esa lesión”.
Como es inevitable ante la pobreza de las informaciones oficiales, proliferan aún más las especulaciones alternativas, las que ahora, tras el reciente anuncio chavista, cobran nueva credibilidad. Por ejemplo, desde hace meses se afirma que la suspensión de la quimioterapia al mandatario se debió a que ese tratamiento “le estaba afectando seriamente su capacidad de mantenerse en el control”.
En ese contexto, la administración de “dosis bajas” al paciente obedeció a su deseo de “evitar largas ausencias de la escena política durante este frágil período”, al decir del señor Roger Noriega, ex embajador de Estados Unidos ante la Organización de Estados Americanos. Ahora se hace evidente que los insistentes desmentidos del diplomático a Chávez no andaban desencaminados.
Quedan ahora las dudas acerca de lo que hará Chávez en el futuro inmediato y en los pocos meses que restan hasta las elecciones presidenciales de octubre próximo. Ya sabemos que, a diferencia de sus homólogos de países realmente democráticos, los líderes socialistas —ya sean del Siglo XXI o del XX— prefieren personalizar su estancia en el poder, rechazando las opciones institucionales.
Eso sucedió años atrás, cuando Fidel Castro se vio obligado por su enfermedad a abandonar sus funciones. Como todos recordamos, en aquella ocasión el Máximo Líder no se limitó a traspasar el mando quien entonces era su segundo en todo y que también —¡oh casualidad!— es su hermano menor. Por el contrario: simultáneamente publicó una lista de colaboradores especiales (que, en virtud de una nueva coincidencia, han sido todos defenestrados), en quienes delegó algunas de sus funciones específicas.
Algo similar ocurrió durante las anteriores operaciones sufridas por Chávez. Pese a que la llamada “Constitución bolivariana” convierte al flamante Vicepresidente Ejecutivo en una especie de Secretario especial del Jefe del Estado, quien puede nombrarlo y removerlo libremente, el ex aspirante a gorila se negó a delegar sus funciones de manera formal en el sucesor que él mismo había escogido y a quien mantenía en el cargo.
Veremos qué sucede ahora durante la nueva operación u operaciones. En el contexto de una contienda comicial que se vislumbra reñida, en la cual tendrá que enfrentar al candidato único de la oposición, Henrique Capriles Radonsky, quien ha iniciado tácticas electorales sumamente hábiles, habrá que ver si los llamados “bolivarianos” persisten en llevar como candidato al propio Chávez o si optarán por algún otro de sus paniaguados.
En caso de que postulen al teniente coronel, y aun si éste logra vencer en la dura contienda, habría que pensar en un viejo refrán: Pan para hoy y hambre para mañana. Y planteo esto porque, aun en el improbable caso de que el caudillo barinense sea reelecto una vez más, habría que preguntarse: ¿Qué parte del nuevo período presidencial podrá ejercer realmente?
También en Cuba deberemos mantenernos al tanto de los próximos acontecimientos: debido a la gran dependencia económica que la Isla mantiene con respecto a la patria del Libertador, los resultados de los comicios en ese país hermano poseen la mayor importancia para el futuro de nuestro Archipiélago.