LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -En Cuba, la retransmisión de los pronunciamientos de presidentes de los países del ALBA y la publicación de “reflexiones” de Fidel Castro, artículos periodísticos y otros escritos oficiosos sobre la recién concluida Cumbre de las Américas celebrada en Cartagena de Indias, cedieron el paso el 18 de abril a una declaración oficial de título rimbombante: “Por la segunda independencia”.
El documento hace un rápido inventario de los diversos puntos fundamentales de la política hemisférica que sigue hoy el régimen comunista. Se alude allí al llamado “bloqueo” a Cuba, la no participación de la Isla en las cumbres, la reclamación argentina sobre las Islas Malvinas, la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) y hasta el status de Puerto Rico.
La declaración oficial del gobierno cubano recoge con gran complacencia los pronunciamientos de presidentes de otros países del ALBA, y el primero de ellos al que alude es al desplante de Evo Morales a Estados Unidos y Canadá, cuando planteó que “un país y medio” se oponían al criterio mayoritario.
Las autoridades de La Habana hacen ahora suyo el insolente exabrupto del boliviano, pues en su declaración oficial dan a un estado grande, desarrollado, democrático y prestigioso como el Canadá la denominación insultante de “medio país”. Esto se suma a la sarcástica “reflexión” que Fidel Castro dedicó a su Primer Ministro en días pasados.
¿Cuál es el “pecado” que ha motivado esa reacción? Los dos países de habla inglesa de Norteamérica se han limitado a ajustar su conducta a instrumentos consensuados por todos los estados del hemisferio, como son la Carta Democrática Inter-Americana y el documento adoptado en la ciudad canadiense de Quebec durante otra Cumbre de las Américas, en el cual se proclaman también los principios de la democracia.
Por desgracia, la generalidad de los países al sur del río Bravo no actúa del mismo modo. Como regla, ellos adecuan su política interna a esas reglas, pero cuando llega el momento de aplicarlas a la Cuba castrista, se desentienden de los compromisos que ellos mismos asumieron. Ha habido excepciones, pero la única digna de ser mencionada ahora es la pequeña Costa Rica, en la que los gobiernos de los distintos partidos han expresado un constante apoyo a la democratización de la Isla comunista.
Frente a los reclamos hechos en ese mismo sentido por el presidente Obama, las autoridades de La Habana expresan de modo terminante: “De Cuba nos ocupamos los cubanos”. ¡Ojalá fuera verdad! Los capos comunistas, que en su declaración reclaman reconocimiento y respeto a “la pluralidad de ideas y modelos” y a “la participación democrática de la sociedad en los asuntos de gobierno”, se caracteriza justamente por negar esos derechos a sus súbditos que le hacen frente. Por eso habrían sido más exactos y veraces si hubiesen completado la frase arriba citada: “De Cuba nos ocupamos los cubanos que estamos ahora en el gobierno”. O para ser aún más precisos: “De Cuba nos ocupamos mi hermano y yo”.
Las autoridades castristas parecen no percatarse de la inconsecuencia que implica condenar su exclusión de las cumbres, al mismo tiempo que se niegan a retornar a la OEA, que en su tiempo calificaron como “Ministerio de Colonias Yanqui” y que ahora, en su declaración, denominan “cadáver insepulto”.
Para justificar esa incongruencia, la prensa oficialista afirma sin sonrojarse que las cumbres de las Américas no son un órgano oficial de la OEA. Aunque en un plano estrictamente formal hubiese algo de cierto en esa afirmación, ello no menguaría el hecho evidente de que se trata del mismo grupo de países que en esos dos marcos han proclamado idénticos principios democráticos: los mismos que el gobierno de los Castro, de manera contumaz, se niega a reconocer y aplicar.