DELICIAS, Puerto Padre, Cuba, noviembre, 173.203.82.38 -La Policía Nacional advirtió oficialmente un desalojo a 14 familias sin hogar, refugiadas en la Escuela Técnica del central azucarero Antonio Guiteras.
“Primero vino la jurídica del central y nos dijo que teníamos 72 horas para irnos de aquí. Después nos citaron del sector para levantarnos acta de advertencia, diciéndonos que estábamos cometiendo un delito y que teníamos que abandonar el local”, dijo a este corresponsal Graciela Martínez Leyva, una madre soltera de 27 años, desempleada, con dos hijos, uno de nueve y otro de tres años.
“Un incendio destruyó la casa de mi hermana, que era donde yo vivía, pero como no conseguimos materiales para reconstruirla, nos metimos en un almacén de leña. Luego vino el huracán Ike y dejó las paredes cayéndose, pero ahí mi hermana estaba ilegal y tampoco consiguió ni materiales ni orden de reconstrucción; por eso me metí aquí con mis hijos”, agregó Graciela.
Como a la mayoría de las edificaciones de este pueblo, en septiembre de 2008 el huracán Ike también desbarató los techos de la escuela técnica; después el tiempo, el vandalismo y la desidia hicieron el resto.
“Aquí solo había piso y paredes, nada más, ni puertas, ni ventanas, ni techos, ni nada. Lo que usted ve lo acomodamos nosotros para poder vivir. Somos 16 familias viviendo en este lugar, 14 familias ilegales; dos están legales porque son de obreros del central. Ahí vivimos mis hijos y yo. Cuando llueve, el agua se filtra”, dice Graciela, señalando hacia el extremo de una barraca de paredes de mampostería techada con planchas de asbesto-cemento, metal laminado y hojas de plátano.
-Ven y mira-, dijo a este corresponsal Rafael Cuza, un opositor al gobierno.
-Venga y compruebe usted mismo-, me retó un obrero del central Guiteras, esgrimiendo: -Aunque para producir azúcar nos piden ser los primeros en el país, no se acuerdan de este pueblo cuando más lo necesitamos.
A la entrada del poblado, junto a la carretera, un cartel anuncia: “Bienvenidos al central Antonio Guiteras, mayor productor de azúcar del país”. Pero según uno se adentra en el pueblo, se percata de la poca utilidad que representa para sus moradores ser los campeones del azúcar en Cuba.
Oservé la composición social de los refugiados en la Escuela Técnica del central Antonio Guiteras. Hay aquí desde madres solteras y desempleadas, como Graciela, hasta obreros y un maestro de escuela. Esto me hizo preguntarme qué tiene que ver un lugar como este con el discurso de los comunistas cubanos.
Mientras pienso en las mansiones, las oficinas climatizadas, los automóviles y el ejército de policías de “la dictadura del proletariado” cubana, pregunto a Graciela:
-¿Qué van a hacer cuando venga la policía a desalojarlos?
-Nada-, dice ella-. Nosotros no tenemos casa, no tenemos techo; nosotros no tenemos adonde ir.