LA HABANA, Cuba, diciembre (173.203.82.38) – Recuerdo la mañana que fui citado por Contrainteligencia militar para amenazarme y presionarme, debido a unos reportes míos, publicados en el semanario Primavera Digital, acerca de altos oficiales de las Fuerzas Armadas que abusaban de su cargo y acosaban sexualmente a trabajadoras civiles en cierta unidad militar.
El teniente-coronel que me interrogó me acusaba de difundir noticias falsas sobre estos militares de alto rango. También me pidió que le dijera el nombre de la fuente de la cual había obtenido las informaciones, y me aseguró que dichos infractores serían castigados una vez que se conociera su identidad.
No me sorprendió la ignorancia del militar que trataba sacarme la información que precisaba. En unas las noticias aparecía el apellido de uno de los generales que denunciaba, pero el hombre seguía acusándome de divulgar informaciones falsas. Me preguntó por qué no informábamos sobre las acciones buenas de las fuerzas armadas en temporada ciclónica. Al final, como es inútil discutir con estas personas, opté por hablar sólo lo necesario.
El pasado 10 de diciembre los medios oficiales cubanos informaron sobre violaciones de derechos en países como Colombia, Estados Unidos, Francia y otros. Y callaron, una vez más, sobre las detenciones, amenazas, atropellos y golpes que recibieron los activistas pacíficos que pretendían celebrar la fecha en Cuba. Las turbas que insultan a los opositores no son más que militares de las FAR y el Ministerio del Interior, vestidos de civil y amparados por las leyes. Cicerón dijo: “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”.