LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -Los politicastros que van por Venezuela a exprimir el ALBA y recoger los petrodólares, tienen sobrados motivos para estar preocupados. Saben que la Alianza Bolivariana, a poco de cumplir sus nueve años el próximo 14 de diciembre, encara el más crucial de los desafíos: mutar del chavismo al madurismo, y con un futuro cada vez más incierto.
Fue pura simetría ideológica la que unió a Hugo Chávez con su tutor Fidel Castro. Este último, con su suerte histórica para ser mantenido por otros, vio los cielos abiertos con “el nuevo Bolívar” de gran cartera, y ni corto ni perezoso acogió a Hugo como el principal de sus ahijados políticos.
En un abrir y cerrar de ojos, ambos se hicieron cómplices de esa especie latinoamericana de yihad anti estadounidense. Porque, de hecho, el ALBA se concibió inicialmente solo como la contrapartida al ALCA (Área de Libre Comercio de las Américas), impulsada por Estados Unidos.
Al binomio Venezuela-Cuba se le sumarían Bolivia y Nicaragua, naciones con líderes populistas, estatistas y unipersonales, practicantes del presidencialismo continuista. Sin discusión, son fósforos de una misma caja, con idéntica retórica a la hora de creerse los elegidos para redistribuir equitativamente las riquezas de sus pueblos.
No es preciso entrar en detalles de lo marrulleros que sean todos esos mandatarios de países integrantes del ALBA; lo obvio es que imprimen un denominador común, creciente y dominante, al considerarse empotrados en el Estado, haciendo de los ciudadanos una pieza móvil en función del culto a sus personalidades.
Como furtivos polizontes, más tarde subirían a bordo del ALBA los pequeños estados caribeños de Antigua y Barbuda, Dominica, San Vicente y las Granadinas, y finalmente Ecuador. A Honduras la expulsaron (tal vez le hicieron un gran favor), inmediatamente después de que el Congreso Nacional hondureño destituyera al presidente Manuel Zelaya. Así dejaban en claro que una de las reglas estratégicas del ALBA es el liderazgo entre amigotes, no la democracia ni el respeto por la legalidad. Con ese empoderamiento colectivo, los gobiernos “albarinos” articulan y legitiman cofradías.
Con solo echar una ojeada, se percibe el fracaso que han tenido sus mega-proyectos. El acuerdo para crear una moneda electrónica regional, que, según se previó, entraría en circulación en 2010, sigue siendo un mero discurso de balcón, junto con aquellas remotas perspectivas por alcanzar la triplicación de un comercio equitativo interno entre sus miembros (“sin liberalización capitalista”). Y el aumento de la producción agrícola en Cuba y Nicaragua, ya se sabe que no ha pasado del fiasco.
Las llamadas empresas “Gran-nacionales”, en contraposición a las “transnacionales imperialistas”, son otro juego a la politiquería económica de altar. Por ejemplo, la expansión en sectores de la pesca (con Transalba), la minería, el transporte, las telecomunicaciones (con Albatel) y la agricultura. Nada se sabe de los recursos destinados en la creación de empresas Puertos del ALBA, S.A, para la construcción de puertos en Cuba y Venezuela, o de una muy misteriosa empresa petrolera mixta entre Nicaragua y Venezuela.
Igualmente, siguen estando en un circuito cerrado de información los recursos desviados en el proyecto del cable submarino que se concluiría en 2010, y debía conectar no solo a Venezuela con Cuba, sino también a Nicaragua con otras zonas de América Central y el Caribe. Pero hasta donde se conoce, sólo llegó a Cuba y no ha quedado para el disfrute de la población, pues tiene restringido el acceso.
Lo conclusivo de la Alianza Bolivariana es el expansionismo geopolítico mediante una agresiva diplomacia “antimperialista”, a fuerza de barriles de petróleo y del clientelismo que de ahí se desprende. Con su creación se pretendió legitimar la frase de “vale todo contra el imperialismo yanqui”, desde la lucha armada hasta los secuestros y ejecuciones extrajudiciales, causados por las guerrillas filo comunistas del continente sur y centro americano.
En la actualidad, el ALBA es un selecto club de cúmbilas, donde han tenido cabida tiranos de la talla de Muamar el Gadafi, Sadam Husein, Bashar al-Assad, Ahmadinejad… y buena parte de narco-guerrilleros latinoamericanos, amén de los de ETA, buscados por terrorismo. Nunca ningún mandatario del ALBA ni siquiera rezongó por las palizas que el gobierno cubano les propina a sus disidentes. En fin, al ALBA y sus albarinos le viene como anillo al dedo el refrán de: Dime con quién andas para saber quién eres.