LA HABANA, Cuba, julio, 173.203.82.38 -Mi ex vecino Félix, un pobre ingeniero devenido inmigrante con ciertos recursos económicos, siempre tenía una frase, común en nuestra isla, para referirse a la Seguridad del Estado: “Oye, esa gente lo sabe todo y todo lo ve”.
Esta supuesta ubicuidad de los servicios de la Seguridad del Estado ha hecho magia en muchos cubanos, que realmente creen en el mito que ha logrado crear el gobierno, como en su tiempo lo hizo también el gobierno alemán con la Gestapo.
Lo que hace realmente efectivo el trabajo de la Seguridad es que ha conseguido reclutar a cientos de miles de colaboradores (voluntarios o no) a lo largo de todo el país. Y que, además, cuenta con absoluta impunidad jurídica y con amplios y costosos medios para ejercer el espionaje generalizado contra la sociedad.
Cada oficial operativo de la contrainteligencia es responsable de una parcela del territorio nacional, a la cual debe vigilar constantemente. Para ello, se crea un expediente denominado “Situación Operativa”, mediante el cual deben mantenerse actualizados tres aspectos fundamentales en cada barrio: “El Enemigo”, “La Seguridad” y “El Medio”.
En “El Enemigo”, aparecen todas aquellas personas consideradas como desafectas al gobierno, ya sea por sus opiniones o por su actividad opositora. En “La Seguridad”, aparecen todos los colaboradores, ya sean las personas de confianza o los informantes encubiertos. Y en “El Medio”, aparecen, entre otras cosas, la situación del lugar dónde se enfrentan las dos categorías antes señaladas.
Con el análisis de estos tres tópicos se decide cuál es la situación operativa en general. Si se están investigando muchos casos de actividad “enemiga”, o dicha actividad aumenta en el territorio, la situación operativa es desfavorable. Si se logra controlar estas actividades con efectividad, la situación operativa pasa a ser favorable.
En un territorio donde la situación operativa sea desfavorable, se toman medidas represivas, como operativos de detención, para que las personas sientan que la Seguridad del Estado está en “todas partes”.
Félix se fue, hace años, en una lancha para Miami. Siempre simuló su fidelidad a la revolución, y por ello nunca fue detectado como desafecto por los colaboradores de la Seguridad del Estado en el barrio. Jamás le confesó a nadie sus intenciones de marcharse, ni los preparativos que hacía su familia en los EEUU para sacarlo de Cuba.
Por su experiencia, cree firmemente que su discreción lo salvó, y que la solución ante el espionaje generalizado de “los ojos que todo lo ven”, es una simulación absoluta para no ser detectados.
Piensa que en Cuba hay millones de personas que no simpatizan con el gobierno, y que si cada una de ellas actuara como una cédula independiente para enfrentarlo, a la Seguridad del Estado le sería sumamente difícil detectarlos, y los éxitos de sus acciones serían de apreciar. Es lo que piensa Félix. Pero afortunadamente, nuestros valientes miembros de la oposición pacífica prefieren dar la cara.