LA HABANA, Cuba, abril, 173.203.82.38 -En estos momentos persiste en Cuba la doble circulación monetaria, que está vigente desde 1993. Circulan con curso legal el peso (CUP), que es la moneda oficial, totalmente desvalorizada, y el CUC, que solamente es convertible dentro del país y tiene paridad cambiaria con el dólar y las restantes divisas. Actualmente el cambio es de 24 CUP por un CUC, para la venta, y 25 para la compra.
Al peliagudo asunto de poner fin a la doble circulación monetaria, se refieren de manera muy general en los Lineamientos Económicos 45, 46, 47, 48 y 55, aprobados por el VI Congreso del Partido Comunista de Cuba.
En los acápites de política monetaria y cambiaria, se señala: “La política monetaria a corto y mediano plazo está dirigida a lograr el equilibrio monetario, para lograr este propósito se impone regular la cantidad de dinero en circulación, junto con los niveles de créditos otorgados.”
A renglón seguido, señalan “lo impostergable del uso de los instrumentos de política monetaria para solucionar los desequilibrios coyunturales a partir del fortalecimiento de las relaciones del sistema bancario”.
Más adelante, puntualiza en cuanto a “la necesaria correspondencia entre la cantidad de dinero en poder de la población y la circulación mercantil minorista, la posibilidad de conducir esta relación de forma planificada como instrumento para lograr la estabilidad monetaria y cambiaria.”
Igualmente se señala que “se avanza en la unificación monetaria sobre la base de que se logren cifras significativas en la productividad y la efectividad de los mecanismos distributivos y redistributivos”. Y se dice que este proceso exigirá “una rigurosa preparación y ejecución tanto objetiva como subjetiva”. Pero, curiosamente, no se fija ningún cronograma de ejecución para que tal medida se materialice.
Resulta muy complejo poner fin a la prolongada y dañina doble circulación monetaria en Cuba. En las reuniones ampliadas del Consejo de Ministros, celebradas el 18 de marzo y el 4 de abril, tan importante y urgente asunto no fue objeto de debate.
Llama la atención lo planteado por la economista Yailenis Mulet, del Centro de Estudios de la Economía Cubana, perteneciente a la Universidad de La Habana. Mulet afirmó que entre el presente año y el próximo, se tiene previsto la unificación de las dos monedas, para que solo circule en todo el territorio nacional el CUP como única moneda convertible.
Como era de esperarse, la afirmación de la economista provocó que expertos en el tema, tanto en Cuba como en el exterior, pusieran en tela de juicio la posibilidad de que la unificación monetaria se materialice en tan breve periodo de tiempo. Apuntan que este complicado proceso de unificación, por el desfavorable estado en que se encuentra la economía cubana, se prolongará entre tres o cuatro años.
Fundamentan que en el caso hipotético de que, un día del próximo año, el pueblo amaneciera con el CUP como moneda convertible, se desataría un furor de compras incontrolable; luego de largas colas en las Tiendas de Recuperación de Divisa (TRD), transcurridas 48 horas, se habría agotado toda la mercancía en existencia.
Como el gobierno no dispone de las divisas para surtir las tiendas en un tiempo prudencial, tal desenlace provocaría una alarmante situación de escasez de los productos esenciales y cobrarían un inusitado protagonismo los corruptos y venales personeros que controlan el mercado negro, donde venderían esas mercancías en falta a precios exorbitantes.
En los 20 años de existencia de la doble circulación monetaria, los daños asociados que tal medida acarreó a la sociedad y a la economía cubana, con independencia de determinados logros, no se pueden ocultar. La dualidad monetaria ha tenido un terrible impacto en la profundización de las diferencias sociales, que cada día son mayores.
A ello hay que adicionarle las distorsiones en la esfera macroeconómica, en todo lo relacionado con las operaciones contables y financieras.
En el caso de las empresas, al contabilizar el CUP y el CUC uno a uno, cuando se reflejan los resultados finales de costo, productividad y beneficios, estos son irreales. Por ello persiste en todo el entramado empresarial cubano una distorsión en las mediciones económicas, la cual repercute negativamente en las decisiones que se toman.
Solo será posible la puesta en circulación del CUP, como única moneda convertible, cuando se alcance un alto índice de producción y productividad, que permita la necesaria acumulación de reservas en divisas. Esto conducirá a la reducción del déficit de las cuentas corrientes, lo que posibilitaría honrar las deudas contraídas con acreedores extranjeros y permitiría el consiguiente reconocimiento internacional del CUP.
Tales medidas, por el desastroso estado en que se encuentra la economía cubana, no pueden ser implementadas. De modo que la unificación monetaria resulta inviable, a no ser que el gobierno esté dispuesto a cometer otro error que podría convertirse en su tiro de gracia.