LA HABANA, Cuba, abril (173.203.82.38) – De acuerdo a sus directivos, la industria del cemento no confrontó grandes problemas el pasado año y sus compromisos productivos fueron cumplidos sin el menor contratiempo. En lo que va de año, según afirman, la situación se comporta favorablemente, y hasta el momento todo parece marchar sobre ruedas hacia la meta de producir 2 millones 300 mil toneladas, fijada para 2011.
Supuestamente, con los volúmenes producidos, debe estar cubierta la demanda nacional y quedar un excedente para la exportación. Todo indica que tampoco hay dificultades en la trasportación y distribución del producto.
En conversación con la prensa oficial, Isaac Alayón, director del Grupo Empresarial del Cemento, planteó que entre las tareas de este año está el “acercar el cemento a la población para garantizar que se cumpla la construcción de viviendas con esfuerzo propio”.
Todo muy bonito; pero una cosa piensa el borracho y otra el bodeguero. En lo que va de año, en ninguno de los depósitos que venden sin restricciones materiales de construcción, hay cemento. Sólo se vende el cemento de cola, utilizado para poner azulejos, a 267 pesos el saco.
Parece que el cemento al que se refirió Alayón es el que se vende en las tiendas de divisas, donde un saco cuenta 6.60 CUC (165 pesos), precio prohibitivo para la mayoría de las personas que tienen graves problemas en sus viviendas.
Alayón no dijo que la fábrica de cemento de Nuevitas, en lo que va de año, ha paralizado su producción en varias ocasiones debido a que sus almacenes han estado abarrotados porque no se distribuye el producto. Al obstruirse la distribución, peligra el cumplimiento del plan de producción.
Al cierre de marzo, continuaban sin distribuirse 3 mil 375 toneladas que, teniendo en cuenta que la construcción de una vivienda de bajo costo requiere 150 sacos de cemento, hubieran servido para construir muchas viviendas.
Como no hay cemento para comprar en los depósitos, y son pocos los que tienen moneda convertible para comprarlo en las tiendas de divisas a precios estratosféricos, los que necesitan reparar la casa o agrandarla, se lo roban; sobre todo los que trabajan en obras del gobierno. Otros con acceso al producto se lo roban, no para su uso, sino para venderlo a 100 pesos el saco.
La producción y distribución de cemento choca con infinidad de trabas. Por tanto, afirmar que decir que la venta de este material a la población, así como el destinado a las obras sociales y la construcción estatal de viviendas están garantizados, es puro cuento.