HARVARD, Estados Unidos, 24 de abril (Agencias, 173.203.82.38) – El arzobispo de La Habana, cardenal Jaime Ortega Alamino, no se opuso a que prisioneros (de la Primavera Negra) fueran forzados al exilio en España”, resaltó el martes el periódico The Harvard Crimson, coincidiendo con la comparecencia del prelado hoy en la Universidad de Harvard.
El diario, el más antiguo de los que publican las universidades del país y con más de un siglo de existencia, afirma que a pesar de que a menudo se le menciona como un factor instrumental para abrir el diálogo, Ortega ha fallado en “proteger a disidentes políticos” en la isla, reportó martinoticias.com.
El periódico dice que continuar sacrificando los derechos humanos a cambio de la falsa esperanza de limitadas reformas “es abandonar al pueblo de Cuba”, y cita al famoso político y filósofo británico del siglo XVIII, Edmund Burke, cuando dijo que “todo lo que se necesita para el triunfo de la maldad es que los buenos hombres no hagan nada”.
A propósito de la presencia este martes de Ortega en un foro en la Universidad de Harvard sobre el impacto de la Iglesia en la comunidad en Cuba, el Crimson se hace eco de un reciente editorial publicado por el prestigioso diario The Washington Post, que calificó al cardenal cubano de “socio de facto de Raúl Castro”.
También dice que en “una nación comunista conocida por sistemáticos abusos contra las libertades civiles y los derechos humanos”, el gobierno con frecuencia reprime a las Damas de Blanco, “que rogaron públicamente que el papa Benedicto XVI les concediera unos minutos en audiencia en su reciente visita a la isla.
Sin embargo, destaca que el cardenal Ortega fue capaz de encontrar tiempo para que el Papa se reuniera dos veces con Raúl Castro y una con Fidel Castro. La publicación también le reprocha al prelado haber “llamado al gobierno para que arrestara” a disidentes políticos que se refugiaron en una iglesia antes de la llegada del Papa a la isla.
El Crimson le recuerda al cardenal cubano que en tiempos del dictador Augusto Pinochet, la Iglesia Católica salvó en Chile a cientos de personas que buscaron ayuda en sus templos. “Sabían que la Iglesia los defendía”, subrayó. Hoy, en Cuba, hay a una Iglesia sin “espina dorsal”.