MIAMI, Florida, 19 de diciembre de 2012, Redacción, 173.203.82.38.-El escritor Leonardo Padura Fuentes, de 57 años, acaba de ser elegido para el Premio Nacional de Literatura correspondiente a 2012, aunque el lauro se hará efectivo en una ceremonia en febrero de 2013.
Único de su generación en recibirlo, el novelista y periodista se declaró sorprendido con la noticia. “Hasta ahora (el Premio) lo habían ganado escritores de generaciones anteriores a la mía; soy el primer escritor de los que nacimos desde el año 50 para acá que gana”, expresó, según un despacho de AFP.
El jurado, que estuvo presidido por el escritor Reynaldo González, Premio Nacional de Literatura 2003, valoró 18 propuestas presentadas por instituciones literarias del país y acordó por mayoría distinguir al también periodista y guionista de cine.
Padura se hizo famoso entre los lectores de prensa plana en los años 80, con grandes artículos que publicó en las páginas centrales de Juventud Rebelde, que entonces era un diario vespertino enfocado en las juventudes comunistas de la isla. De él se recuerda especialmente Yarini, la guerra de las portañuelas, serie inspirada en al más connotado proxeneta que tuvo La Habana a finales del siglo XIX y principios del XX.
También, el autor publicó la novela juvenil Fiebre de caballos (Letras Cubanas, 1988), con la que comenzó a mezclar pasajes eróticos con recetas de cocina en su obra.
Pero fue la tetralogía de novelas Paisaje de Otoño, Máscaras, Pasado Perfecto y Vientos de Cuaresma, publicada en diversos países e idiomas, la que más fama le dio dentro y fuera de la isla. Esta saga tiene como protagonista a Mario Conde, un policía decepcionado, perdedor, bebedor y además con aspiraciones a escritor, todo lo contrario a lo que, hasta el momento, había tenido la literatura policíaca producida en la isla bajo los parámetros del realismo socialista.
Querido y rechazado a partes iguales, Leonardo Padura es presentado por el oficialismo castrista como un intelectual incómodo, mientras que buena parte del exilio lo acusa de ser cómplice o de trabajar para la dictadura, porque nunca ha denunciado al régimen frontalmente. Según interpretaciones del exilio cubano, Padura se perfila como el intelectual que está entre dos aguas y que deja utilizar su imagen para que el Estado ofrezca al mundo falsas señales de apertura.