Ciudad de México, México.-La noticia de la muerte del periodista cubano Héctor Reyes Reyes conmocionó a amigos y conocidos de la víctima la pasada semana. El cuerpo sin vida del reportero, de 43 años de edad, fue encontrado el pasado 17 de marzo en México.
Según publicó Telemundo, la Fiscalía de Ciudad de México confirmó que detectives de homicidios investigan el caso, pero “declinó ofrecer detalles citando las pesquisas en curso. Indicó que espera los resultados de una autopsia para determinar la causa específica del fallecimiento”, explicó el medio.
Varias fuentes han confirmado que su cuerpo presentaba signos de violencia que descartan una muerte natural. Los principales sospechosos son dos hombres a los que Héctor hospedó en su casa.
Aparentemente sus agresores robaron objetos de valor del periodista tras ultimarlo. Faltaban en la casa varios electrodomésticos nuevos, un teléfono celular y su vieja computadora de 2006. Esta tenía un gran valor para la víctima pues en ella guardaba todos los apuntes de su vida y varios libros en proceso.
“Espero que podamos recuperar su laptop porque ahí tenía todas sus crónicas, cuentos e historias. Esto era lo más importante en su vida”, dijo una de las fuentes consultadas por Telemundo.
La Fiscalía de la capital mexicana indicó que ha entrevistado a posibles testigos y ha analizado videos de cámaras de seguridad públicas y privadas para esclarecer la muerte de Reyes.
Actualmente su familia intenta darle una sepultura adecuada ya sea en Cuba o México, pero al no tener familia en tierra azteca que pueda reclamar su cuerpo, el protocolo es enterralo en una fosa común.
Su tía Martha Omara Reyes, de 75 años, quien tras la noticia acudió a cuidar a la madre enferma de Héctor Reyes y comunicarle la tragedia, comentó al citado medio que un grupo de amigos de su sobrino en Cuba quieren cooperar para traer su cuerpo de vuelta a casa o al menos evitar que lo sepulten en una fosa común como dictan los protocolos.
Héctor había recorrido unos diez países como mochilero de las maneras más insospechadas y sin estatus legal. Llegó a México con la intención de cruzar a Estados Unidos e irse en un barco pesquero a Alaska. Ese fue su último sueño.
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